lunes, 25 de agosto de 2008

RECUERDOS DE ORO: POR BAC HYLON

Nuestro décimo primer autor invitado es Bac Hylon, lector y creador del blog:
Descubrí “Qué fue de…” apenas unos meses después de su creación y desde el primer día lo consideré un sitio de referencia y de visita obligada. Siempre he tenido curiosidad por indagar en el pasado de los famosos que más me han llamado la atención, así como saber qué ha sido de sus vidas cuando pasa el tiempo sin que sepas nada de ellos. De ahí el que considere todo un honor y un placer la invitación recibida por sus responsables para participar en la celebración de su tercer aniversario. ¡Y que cumpláis muchos más!

En cuanto a mis recuerdos más valorados, al ser de la quinta del 75, éstos se encuentran especialmente englobados en la década de los 80, año arriba, año abajo. Mi madre me recuerda que, siendo yo todavía un canijo, adoraba series de televisión tan entrañables como “Curro Jiménez” (“Rurro Nenes” para mí) o “La Abeja Maya” (“Sesa Nana”). Las barraqueras que montaba al término de la emisión eran antológicas (desde luego, mis padres se ganaron el Cielo hace ya muchos años). “Barrio Sésamo” (la etapa con la Gallina Caponata y el Caracol Perejil, la siguiente con Espinete no me llenaba tanto, y de las posteriores mejor ni hablemos) era otro de mis programas favoritos. También encontraron un rincón en mi corazoncito los primeros atisbos del ánime en nuestro país: “Mazinger Z”, “Marco” (madre, qué llanteras montaría…), “Heidi”, “Comando G” (aunque luego supiéramos que llegaba censurada y retocada desde EE.UU.)… También disfruté de lo lindo con aquellas coproducciones eurojaponesas: “Ruy, El Pequeño Cid”, “Ulises 31”, “Tom Sawyer”… 
Por supuesto, luego estaban los especiales Disney (aunque siempre he preferido la calidad de las películas a sus productos para televisión) y las entrañables aventuras, en cápsulas de 5 minutos o así, de los personajes de Hannah-Barbera (ese "Oso Yogi", "Maguila Gorila", "Tortuga D’artagnan" o "Pepe Pótamo"… por citar unos pocos…). Y los Looney Tunes de la Warner…
Guardo con especial cariño un audiocassette grabado por mi padre a la vieja usanza (aquello del vídeo era una utopía; mi padre ponía las dos teles en casa en la misma habitación, con el volumen al máximo, y grababa el sonido en el radiocassette de casa, a veces con el inevitable “sonido de fondo”, mis hermanas y yo chillando ante la tele). En él todavía se conservan a una calidad más que aceptable (para el rodaje y el tiempo que tiene) y entre otras cosas, un Programa Especial de Enrique y Ana y… ¡el último episodio de “Jackie y Nuca”! Todavía hoy me emociono al recordar el momento…
Puedo afirmar sin temor a equivocarme que era un devorador nato de dibujos animados (ahora hay cosas que me llaman la atención, pero pocas). Y aquellos dibujos que no podía disfrutar por TV los encontraba en los tebeos. Todavía era demasiado crío como para interesarme por material USA (Marvel, DC… llegarían con el Bachillerato), pero disfrutaba como loco con los “Mortadelos” y los “Don Miki” (ya me gustaría haber tenido entonces la razón suficiente como para saber cuidarlos y guardarlos hasta la fecha actual). Algunas revistas que sí que conservo en un estado más que aceptable son las de “Petete”, junto con algunos tomos de su famoso “Libro Gordo”. Supongo que todos estos dibujos, animados e impresos, son en gran parte responsables de mi afición por el dibujo. Recuerdo copiar (nunca me gustó del todo calcar, y además con el papel cebolla lo ponía todo perdido) todo aquel personaje que me gustara sobre un cartón (pues no reciclé yo nada siendo un mocoso) o cartulina, y recortarlo para jugar con mis hermanas. Sí, también tenía los Clicks de Famobil (luego Playmobil) y las Barriguitas (mis hermanas, antes de que llegara la Barbie y decidieran condenarme al ostracismo), pero hay que ver el juego que daban esos personajillos recortados y coloreados con Plastidecor. Claro que para cuando mis hermanas me dieron de lado, yo ya había descubierto el universo de las figuras de "Star Wars"…

Pese a todo, también había dibujos animados que, o no me gustaban tanto, o directamente aborrecía. Se me hacían muy empalagosas todas aquellas historias en plan “Candy Candy” (que por supuesto mis hermanas adoraban), y le cogía una particular manía a todas aquellas series que venían a sustituir a alguna de mis series favoritas por entonces. Recuerdo con especial “asco” a esos infumables clones marinos de “Los Pitufos”, “Los Snorkels”. Nunca le pillé la gracia (si es que la tenía) a esa serie. Y fue especialmente porque la colocaron en la sobremesa de los domingos en sustitución de… ¡”Dragones y Mazmorras”! ¡Qué osadía! Tampoco me terminaron de gustar series como “Los Diminutos” o “Los Aurones”, probablemente por ese mismo motivo. Aunque ya no recuerdo a qué series sustituyeron ésas…
Por supuesto, no sólo de dibujos vive el hombre. Mientras los mayores estaban pendientes de las intrigas de Angela Channing en “Falcon Crest”, yo era un fiel seguidor de aquellas series americanas de sobremesa en las que interviniera un mínimo de acción y tecnología. Ahí han quedado viejas glorias como “El Gran Héroe Americano” (sin duda, mi favorita de todas, todas), “Galáctica: Estrella de Combate”, “El Coche Fantástico”, “El Halcón Callejero” (esas carreras de bicis con los amiguetes, emulando al prota…) o “El Trueno Azul”. Con los años, las telenovelas y la película de la siesta desplazarían a este tipo de series a la caída de la tarde, así que por entonces lo que hacías era merendar primero y después seguir las aventuras de “El Equipo A” o “McGyver”, con especial mención a “V” (mis padres, fieles seguidores del Teleprograma, nunca me dejaron comprar la TeleIndiscreta para hacerme con las pegatinas y los cómics que ésta traía… por suerte pude intercambiar algunas con el vecino del cuarto…).

La llegada del VHS propició el que dejara de pasar tanto tiempo delante de la tele (“grábalo y ya lo verás luego…”), y mientras tanto mis intereses se iban abriendo camino en otros campos, como el de los videojuegos. Aún tardaría varios años más en hacerme con mi primer ordenador (fue en el 88, un Amstrad PC con 512KB de RAM y una única disquetera de 5’25”), pero pasaría varios años acumulando aquellos enormes ejemplares de la “Micromanía” (cuántos más como yo no caerían presa de aquella fulgurante campaña publicitaria con la chica de “Turbo Girl”). Resulta curioso que viviera toda la fiebre de los videojuegos de 8 bits (para los míticos Spectrum, Amstrad, MSX, Commodore…) sin tocar una sola tecla, únicamente sobre el papel.


Y luego… empieza uno a programarse sus propios juegos en GWBasic y al final acaba como profesor de Informática en la Universidad. Las vueltas que da la vida… Pero me dejo una parte de la historia.

En mis primeros años en el Instituto todavía tuve tiempo para engancharme a la nueva ola mediática que nos llegaba desde el País del Sol Naciente. El fenómeno “Bola de Dragón” iniciaba el desembarco de miles de nuevas series, en una invasión que aún hoy día continúa (aunque ya hace tiempo que dejamos de considerarla como tal, al menos la mayoría). Como devorador de dibujos, tal y como me catalogaba más arriba, “probé” muchas otras series, y casi nunca le hago ascos a unos dibujos cuando zappeo, pero del torbellino japonés me quedo con “Bola de Dragón” y “Los Caballeros del Zodíaco” (impunemente masacrada en su emisión por la entonces nueva Tele5), y que me perdonen los puristas otakus. La de apuntes que tengo “adornados” en sus márgenes con mis estudios de estos personajes…


También por esa época se produjo mi reenganche con los cómics, sólo que ahora me centré más en el material americano (Marvel, editado entonces por Forum, principalmente) y en el japonés, donde aparte de, por descontado, “Dragon Ball”, cataría también aquellos primeros experimentos de Planeta DeAgostini. Lo mejor estaba por llegar, desde luego (también mucha morralla, pero ésa es otra historia). Pero ya no me ha pillado con tanta fuerza.
Al margen de “Los Simpsons”, que comenzaron a despuntar por entonces (pero que, dado que han llegado hasta nuestros días, quizá no debería incluirlos aquí), no recuerdo mucha televisión de aquella época, al margen de lo ya citado, y tengo que remontarme ya a mi etapa en la Universidad para citar series tales como “Seaquest”, aquella de “Robocop” (floja, pero cómo enganchaba), “Cuentos Asombrosos” (también maltratados por la cadena, La 2, en este caso), “Búscate la Vida” (de lo poco interesante que daban en abierto en Canal + entonces, menos mal que un amigo me grababa los excepcionales dibujos de “Batman, The Animated Series”)… Lo cierto es que por entonces tampoco vi demasiada televisión y prefería leer un cómic o salir a dar una vuelta con los colegas, o ir al cine. Fue también por entonces cuando terminé de desarrollar otra de las aficiones con las que actualmente disfruto (y con bastante buena salud): la música de cine y las bandas sonoras (porque lo de tararear inolvidables temas principales de John Williams, Jerry Goldsmith, Alan Silvestri, etc., ya lo arrastraba desde hacía años). Pero me estoy desviando…


Para ir concluyendo, que mucho me temo que me estoy extendiendo demasiado, probablemente me esté dejando cientos y cientos de series, de momentos memorables de la televisión, en el tintero. Hasta situarnos en el momento presente, me dejo fuera casi una década en la que los guionistas televisivos se han puesto las pilas para plantar cara al cine y al DVD, de ahí que en la actualidad contemos con series de excepcional calidad (“Perdidos”, “Héroes”, “Battlestar Galactica”… por citar una mínima parte). Por desgracia, la programación televisiva actual ha perdido mucho atractivo para mí, de ahí que prefiera disfrutarlas en DVD, a mi ritmo y sin intromisiones.
Lo dejo aquí, no sin agradecer de nuevo la oportunidad ofrecida por el estupendo equipo de “Qué fue de…”, y esperando ayudar a que algunos de los que lean esto dejen de sentirse unos “bichos raros” por haber tenido una infancia “extraña”. Ya podéis ver que no habéis sido los únicos.
Un abrazo.

Bac Hylon

No hay comentarios:

Publicar un comentario