Luis
Aragonés nació en el por entonces municipio de Hortaleza (hoy es un
distrito de la ciudad de Madrid) el 28 de julio de 1938. Aunque su
carrera quedaría ligada al Atlético de Madrid, Luis tuvo un breve pasado
madridista. En el Real Madrid nunca tuvo oportunidad de jugar y tras
varias cesiones debuta en Primera División con el Real Oviedo en la
temporada 1960-61 para pasar el siguiente año al Betis. Sus tres buenas
temporadas en Heliópolis hacen que el Atlético Madrid complete su
fichaje.
Y de allí no se
movió. Jugó en el Manzanares una década ganando 3 Ligas y 2 Copas del
Rey (del Generalísimo en aquella época). Era el equipo de Colo, Griffa,
Glaría y Jayo primero; Calleja y Alberto después; y más tarde Ovejero,
Capón e Irureta. Y como omnipresentes: Gárate, Adelardo, Ufarte y Luis.
Era un futbolista algo inusual para la época, centrocampista con calidad
para mover el equipo pero con mucho gol y un gran lanzamiento de falta.
En
una tarde de mayo de 1974 Luis, cerca de la retirada, estuvo a punto de
llevar a la gloria al Atleti. Era la final de la Copa de Europa en el
estadio Heysel de Bruselas y el partido con el Bayern llegó a la
prórroga. En el minuto 114 el belga Loraux pita una falta al borde del
área perfectamente perfilada para Luis y él no era de los de derrochar
las oportunidades. La golpea con su maestría habitual y Sepp Maier
apenas su mueve. El Atleti fue campeón de Europa durante seis minutos,
al borde del pitido final Schwarzenbeck chuta desde su casa, sorprende a
Reina y empata a uno. En aquella época no había tanda de penaltis, se
repetía el partido 48 horas después. En esa nueva final el Bayern impuso
su físico y arrasó el Atleti (4-0). El Atleti ganó la conocida como “la
casi” Copa de Europa.
La
temporada siguiente Luis (que era de todo menos un tipo corriente), la
comenzó como jugador y la acabó como entrenador del Atleti. Y si Luis
era poco corriente, el Atleti lo es menos todavía, por eso encajaban
bien. El Bayern de Múnich se niega a jugar la Intercontinental contra el
Independiente de Avellaneda en protesta contra la dictadura de Videla.
El Atleti como subcampeón de Europa recoge el testigo y Luis gana su
primer título como técnico dirigiendo a los que unos pocos meses atrás
eran sus compañeros; y de paso, el Atleti se convirtió en el primer club
que ha sido campeón del mundo sin haber sido antes campeón de su
continente.
En el Atleti entrará
en varias etapas ganando 1 Liga y 3 Copas del Rey. Especialmente
significativa será la última Copa, ganada en 1992. La final era un derbi
contra el R. Madrid en el Bernabéu. La previa de este partido dejó dos
grandes momentos.
A primera hora de la
mañana del día del partido (27-06-92) alguien aporrea con violencia la
puerta de la habitación que compartían Paulo Futre y Manolo.
Luis: “Abran ustedes la puerta”.
Futre reconoce la
voz enfadada del míster y piensa que algún periodista le ha contado un
bulo sobre alguna salida nocturna. El portugués abre la puerta.
Futre: “¿Qué pasa, míster?”.
Luis, sin media palabra coge al extremo por la pechera. Lo sienta en la cama y sin soltarlo, le grita.
Luis: “Usted se
acuerda de cómo esos cabrones (jugadores del R. Madrid) se rieron de
Pizo Gómez el año pasado. ¿Eh?, se acuerda. Pues tiene que salir usted a
vengar a su compañero. Hoy tenemos que ganarles en su campo”.
A todo esto, Manolo se hace el dormido y Luis se va sin decir nada más.
El
segundo momento se produjo unas horas más tarde, en el vestuario del
Bernabéu, Luis da la última charla a sus futbolistas antes de la gran
final. Esto fue lo que dijo: "¿Lo
han entendido? Pregunto, ¿lo han entendido? ¿Sí? Pues esto, esto
(golpeando la pizarra), no vale para nada. Lo que vale es que ustedes
son mejores y que estoy hasta los huevos de perder con estos, en este
campo. Son el Atlético de Madrid y hay 50.000 dentro que van a morir por
ustedes. Por ellos, por la camiseta, por su orgullo, hay que salir y
decir en el campo que sólo hay un campeón y va de rojo y blanco."
La final acabó
con victoria atlética por 2-0 con goles de Futre y Schuster de una
falta impecable que Paco Buyo sigue buscando dos décadas después. Ese
partido es uno de los más recordados por la afición colchonera.
Unos
años antes, la temporada 1987-88, dirigió al Barça. Fue un año
convulso, el propio Luis tuvo que delegar en Rexach tras una depresión,
Schuster se marcha en el descanso de un partido y en abril se produce
“El motín del Hesperia”. En ese hotel barcelonés, la plantilla pide la
dimisión del presidente J.L. Núñez. Luis, ya recuperado se alía con los
jugadores y Núñez pocos días después anuncia el fichaje de Cruyff como
técnico para la temporada siguiente. El Barça salvó esa caótica
temporada ganando la Copa a la Real Sociedad con gol de Alexanco.
Españyol,
Sevilla, Valencia, Betis, Oviedo, Mallorca y un retorno a su Atleti
para sacarlo de Segunda es su recorrido como entrenador. En el Valencia
se las ve y se las desea con Romario: “Míreme a los ojos” le decía en los entrenamientos. En el Mallorca zarandea a Eto’o en el banquillo.
Y
volvemos al inicio. La RFEF piensa en él para dirigir a la selección.
El equipo se clasifica para el Mundial de Alemania 2006. Luis llega a
prometer que si no pasa de los malditos cuartos de final se va. España
cae en octavos contra la Francia del crepuscular Zidane. Luis decide
renovar.
Las
críticas arrecian y sus extrañas ruedas de prensa hablando de un amigo
suyo japonés sexador de pollos o recordando el culo de una pipera de
Vallecas en sus años mozos tampoco ayudan.
Empieza
la fase clasificación para la EURO 2008. Tras golear 4-0 a la débil
Liechtenstein, el delantero norirlandés David Healy hace el partido de
su vida al hacerle un hat-trick a Casillas. España pierde en Belfast 3-2
y Luis debe tomar decisiones drásticas. Nada más y nada menos que
cargarse a Raúl. El que otrora tenía que tirar del carro se había
convertido en un lastre. La decisión tomada ante el partido contra
Suecia provocó un terremoto mediático. El representante de Raúl, Gines
Carvajal, dice en un programa de radio: “Imaginaos una derrota en Suecia sin Raúl. Si eso pasa, jeje, habrá que cortar cabezas”.
Pues
la derrota se produjo (2-0). Prensa y afición piden que saquen la
guillotina pero la RFEF aguanta como puede a Luis. Algunos periodistas,
más raulistas que Raúl, inician una de las campañas de acoso y derribo
más sucias y repugnantes que se recuerdan en la prensa deportiva de este
país, que ya es decir. Pero como a él no le cabía por el culo ni el
pelo de una gamba (Luis dixit) se encaraba con quien fuera y llamaba
mentiroso o cobarde al que se lo mereciera.
Pero
todo cambia el 7 de febrero de 2007, España juega en Old Trafford
contra Inglaterra. Era un amistoso, pero nunca un amistoso supuso tanto
para una selección. España gana 0-1 con golazo de Iniesta (un guiño del
destino, quizá) y parece que mágicamente todo se ha ordenado.
Pero de magia nada. Luis se dio cuenta de que con la milonga de “la furia” no íbamos a ningún lado. Penso: “¿qué
es lo mejor que tenemos?, centrocampistas técnicos de asociación (Xavi,
Iniesta, Silva, Cesc, etc). Pues vamos a centrar nuestro juego en eso”.
El sabio demostró su condición de tal. España se clasifica para la EURO
pero la campaña para moverle del sitio seguía porque un sector de la
prensa no podía permitir que Raúl viera la Eurocopa desde su casa. La
RFEF confirmó a Luis en su cargo hasta el final de la EURO, ganase o
perdiese.
La
EURO 2008 empezó con una brillante primera fase y se las ve con Italia
en cuartos. Tras un partido más tenso que de buen fútbol, se llegan a
los temidos penaltis. Casillas para dos penaltis y Cesc rompe el
maleficio. En semifinales, España arrasa a Rusia en el, posiblemente,
mejor partido de la historia de la selección; 3-0 con un fútbol digno de
museo.
La
cita con la historia era en el Ernst Happel de Viena y contra Alemania.
Luis da una charla previa donde recuerda que nadie se acuerda del
subcampeón y provoca la risa de sus jugadores al no poder decir
correctamente Schweinsteiger o al llamar a Ballack “Wallace”.
El
partido era bastante contemplativo hasta que en el minuto 33 Xavi
adelanta sibilinamente su posición, Senna le da un pase y el catalán lo
filtra a la espalda de la zaga germana. Lahm se deja ganar la posición y
Fernando Torres (un atlético como no) mete el pie lo justo entre el
defensa y el portero Lehmann para elevar el balón y que éste entre
patinando sobre el césped en la portería. España pudo aumentar la renta
en la segunda parte ante un rival que nunca se recuperó del golpe.
El
italiano Rosetti pita el final y cuarenta años de frustraciones
desaparecen. Es como despertar de un mal sueño. Atrás queda aquella otra
Eurocopa ganada en casa en 1964 ante la URSS para el regocijo del
caudillo. Aquel título, aparte de lejano, se recordaba siempre con la
boca pequeña, como si fuera casi motivo de vergüenza. Ahora no, no había
ningún dictador que se apropiara del título y España había ganado
siendo la mejor sin discusión posible. Era otro tipo de dictadura más
agradable, la del buen fútbol.
Luis
Aragonés, “Zapatones”, “el sabio de Hortaleza”, había dejado su último y
mejor legado, el de hacer creer a los futbolistas y a los aficionados,
que no había motivo para que no fuésemos campeones, para que creyéramos
mejor que nadie y demostrarlo. Él inició el camino glorioso actual de
“la Roja” como él la bautizo en un alarde de sentido común por mucho que
algunos periodistas de derechas le buscaran un trasfondo político al
rebautizo.
Él quiso seguir, pero la RFEF ya se había comprometido con Vicente Del Bosque, que ha triunfado porque es otro sabio. Pero sin desmerecer la labor del salmantino, Luis fue el que dio el giro correcto a nuestro fútbol y lo hizo como buen sabio, aplicando la sensatez y la sencillez. Apelando a lo mejor que tenemos, a un estilo que nos favorece y dejando de lado furias y otros conceptos huecos y estériles.
En
la mañana del 1 de febrero de 2014 Luis Aragonés falleció en Madrid a
los 75 años víctima de leucemia, una enfermedad que llevó en silencio. Y
es que lo de quejarse no fue nunca lo suyo. Luchó hasta el final porque
como dijo una vez: “esto va de ganar, ganar, ganar y volver a ganar. Eso es el fútbol.” Palabra de Sabio.
Rayco.
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