lunes, 1 de mayo de 2017

ENTREVISTA A CARLOS SAURA


El 19 de abril tuvo lugar la rueda de prensa con motivo de la presentación de la exposición fotográfica "Carlos Saura. Fotógrafo. España, años 50" en el Espacio Cultural CajaCanarias de La Laguna (Tenerife). Producida por Círculo del Arte en colaboración con la Fundación CajaCanarias, dicha exposición se puede visitar hasta el próximo 24 de junio.


Al acto acudió el propio Saura, más conocido por su trabajo como reputado realizador de películas españolas como "La caza" (1966), "Peppermint Frappé" (1967), "Ana y los lobos" (1973), "Mamá cumple cien años" (1979), "Deprisa, deprisa" (1981),  "Carmen" (1983), "El Dorado" (1988), "¡Ay, Carmela! (1990), "Sevillanas" (1992) o "El séptimo día" (2004). 

Carlos Saura junto a Hans Meinke y Alberto Delgado. 

La exposición, que también contó con la participación de Hans Meinke (director del Círculo del Arte y amigo del cineasta) y Alberto Delgado (presidente de la Fundación CajaCanarias),  sirve para reivindicar su faceta como fotógrafo, poco conocida para el gran público y que ha seguido alternando hasta nuestros días (de hecho, se le pudo ver con una cámara colgada del cuello y de la que no se separó durante toda su estancia en la isla). Para ello, se ha reunido una excelente y amplia muestra de aquellas imágenes históricas que realizó durante su juventud en la década de los 50. Instantáneas inolvidables de un país duro, sumido en plena dictadura, y con una población sufrida y perdedora de la historia, pero inquebrantable en su dignidad y vitalidad humana. 


Los asistentes al evento también tuvimos la suerte asistir a una visita guiada en la que el artista oscense se encargó explicar anécdotas e intenciones sobre su material fotográfico. 







¿Había alguna intención de crítica social en sus fotografías?:

Yo siempre he sido un hombre izquierdas, pero nunca pretendí hacer crítica social con las fotografías. Traté de hacer un retrato de la otra España más profunda que escondía el régimen y que se alejaba de su cara más amable. En una ocasión quedé muy sorprendido al visitar un pueblo de Córdoba donde las mujeres aún iban tapadas con un velo.

¿Sigue trabajando en el laboratorio fotográfico?:

No, yo me pasé pronto a la fotografía digital. Me compré una cámara en Japón de la marca Fuji que venía con las instrucciones en japonés, y pude empezar a aprender a manejarla gracias a que encontré a un traductor.  No soy un nostálgico de la fotografía analógica. La ventaja es que ahora, con las cámaras digitales, cualquiera puede hacer una buena fotografía sin el esfuerzo que antes conllevaba. Recuerdo que antes me pasaba varios días en mi laboratorio a oscuras y con la luz roja, intentando realizar una ampliación.

De su amplia colección de cámaras fotográficas, ¿cuál es la que considera más preciada?:

Creo que una cámara rusa que usó el ejército durante la Segunda Guerra Mundial. Tiene unos botones especiales y está hecha para ser usada con guantes a altas temperaturas. Por eser motivo es muy pesada y resistente. Cuando visité Rusia en una ocasión, estuve hablando sobre ella con un grupo de periodistas en una entrevista. Pasado el tiempo, me llevé una gran sorpresa cuando una viuda de un militar ruso, la cual había leído el reportaje y poseía una, decidió donármela. 

¿Cómo fue dar el paso de la fotografía al cine?:

Yo di el paso de la fotografía al documental y luego de este a la ficción. La fotografía y el cine me parecen medios alternantes, aunque este último funciones más como un espejo en movimiento. Lo que menos me gusta de dirigir cine es repetir las tomas en exceso, pienso que si ya ha salido bien con una o dos, es suficiente, por eso no entiendo a los realizadores que graban hasta 15 tomas de una escena. He tenido la suerte de hacer las películas que he querido, ya fueran buenas, malas o regulares. Pero lo fundamental era que me interesase la historia a tratar, y así han ido surgiendo. 

¿Qué se aprende de un maestro de la dirección de fotografía cinematográfica como Vittorio Storaro?: 


Coincidí con Vittorio en mis películas "Flamenco" (1995), "Taxi" (1996), "Tango" (1998), "Goya en Burdeos" (1999) y "Flamenco, flamenco" (2010). Es el mejor, sus trabajos son una maravilla y espero seguir haciendo películas con su colaboración. Es capaz de iluminar de una manera nueva, empleando dos focos. Va creando la luz de un modo cercano al teatro y se adapta a cada escena. 




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