lunes, 17 de agosto de 2009

RECUERDOS DE ORO: POR EL BEBÉ CON PURO

Nuestro tercer autor invitado es nuestro lector El Bebé con Puro, creador del blog:
RECUERDOS DE ORO: POR EL BEBÉ CON PURO:

Todo empezó con unas lonchas de mortadela Mickey Mouse (¿o mortadela Popeye?). Mi primo Fito y yo esperábamos a que mi Amstrad 464 con pantalla de fósforo verde terminase de cargar el "Target Renegade" desde aquella cinta de audio TDK, donde un compañero, privilegiado poseedor de un radiocasette de doble pletina, me había grabado una selección de juegos: "Ikari Warriors", "Camelot Warrior", el citado "Target Renegade", "Cortocircuito", "Hundra" y el inefable "Fernando Martín Basket Master".

Con una mano manejábamos nuestros Lancia Stratos por la básica pista oval del Scalextric, (como propietario me reservaba el blanco con publicidad de Alitalia), y con la otra devorábamos los bocadillos de mortadela. Nunca como aquella tarde nuestros coches volaron de aquella manera. Nunca como aquella tarde apalizamos al gordo de los billares para dar la vuelta al juego con más vidas de las iniciales. Nunca como aquella tarde mi madre accedió a comprar aquel asqueroso embutido.

Después vino una elipsis, y el cumpleaños de mi amigo Román. Aunque seguíamos haciendo las clásicas mezclas de refrescos y picoteo, y disfrutamos como enanos de La Carrera del Chicle (Gumball), algo cambió aquel año. Para empezar, nos empezó a importar la música. O al menos se convirtió en un tema de conversación. Román era más partidario de los New Kids on The Block, yo de Wilfred y la Ganga y Carlitos “Sport Billy” Álvarez se grabó de la radio el rap Gil Superstar. Fue el año en que el Canapla empezó a emitir "Padres Forzosos". Lo recuerdo por que Isa se pasó toda la tarde hablando conmigo, los demás nos hacían hueco sutilmente y yo estaba en la luna de Valencia.

Ese mismo año fuimos de viaje de fin de curso a Barcelona, Isa seguía a mi lado y yo seguía en la luna de Valencia (más si cabe) de modo que eché a perder la oportunidad de cambiar el rol de gafas chapón por el de adorable ligón preadolescente. La banda sonora la puso Pabellón Psiquiátrico y los pitillos Fortuna corrieron a cargo de Oscar “El Heavy”. Cuando me recuperé del mareo causado por el tabaco, ya había aterrizado en el instituto. Aquello no era exactamente Degrassi (donde la tasa de suicidio de los gafas de pelo largo es alarmantemente alta), pero no tardé en comprender que mi infancia se había acabado.

El Vértigo empezaba. Era el año 1991, y tras un breve paso por Los Limones y Mecano, los Guns ´n´Roses irrumpieron en nuestras vidas desde la banda sonora de "Terminator 2" (1991). Su concierto en el hipódromo de París de 1992, retransmitido por los 40 Principales, me sirvió para tragar hiel por dejar escapar a Lola (al menos esta vez sólo tardé un año en reaccionar).

Pero 1993 ya presentaba malos augurios, la gente escuchaba a Viceversa y se reía con el Príncipe de Bel Air mientras yo veía como Schrempf le ganó la partida a Ferrán en el Eurobasket a través de las polvorientas ventanas de una tasca mientras paseaba con Lola. Duramos cinco meses y de ahí a la primavera de 1994 solo recuerdo a Extremoduro. “Mi corazón, como una lata de cerveza, que te la bebes y al final le das patadas sin pensar que me desquicias la cabeza”. Breve parada en Def Con Dos y por fin un amigo me abrió las puertas de Pearl Jam y Stone Temple Pilots.

Acababa de morir Kurt Kobain, pero a nosotros solo nos preocupaba reponernos en un hotel, a las afueras de Soria, de aquel viaje agotador de tercero de BUP. Alcohol, primeros porros (yo me abstuve, aún con lentillas, seguía siendo un gafas moral) y lo mejor de todo: de repente las chicas eran colegas que fumaban, bebían y oían a Nirvana. Así que salí de mi letargo por un rato para desear a mi vecina de pupitre, Erea, quien bebía los vientos por Sebastián, que era más gafas que yo pero más dinámico. De este semifracaso me recuperé jugando al PCFútbol y leyendo a Borian Vian por primera vez. Salvé C.O.U. con la ayuda del árbitro en el último minuto, y de la mano de Alice in Chains aterricé en la universidad. Aún no lo sabía, pero en la otra punta del mundo se estrenaba "Neon Genesis Evangelion".

Yo mientras tanto descubría a Lynch, a Cronenberg y a Benedetti, y quería ser escritor, o guionista, o al menos alguien que fumase en pipa. De 1996 solo recuerdo la eliminación en la Eurocopa. De 1997 no recuerdo nada. Y de 1998, recuerdo tres cosas. Que abrí una botella de vino. Que mientras yo tocaba, Patrizia cantó Teardrop, de Massive Attack, con la voz más dulce que nunca oí, y que aunque después nuestros caminos se separaron, atravesamos juntos la última frontera antes de la vida adulta.
El Bebé con Puro

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