lunes, 11 de abril de 2016

ENTREVISTA A ROBERTO ÁLVAREZ Y GABRIEL GARBISU, INTÉRPRETES DE LA OBRA "EL DISCURSO DEL REY"



Con motivo del estreno de la obra "El discurso del rey" en el Teatro Guimerá durante el 19 de marzo, un día antes tuvo lugar una charla para los Amigos del Teatro Guimerá en la que asistieron dos de sus actores: Roberto Álvarez (Lionel Logue) y Gabriel Garbisu (Eduardo VIII).

La obra está basada en la oscariza película de 2010, que fue dirigida por Tom Hopper y contó con el protagonismo Colin Firth (Rey Jorge VI) Geoffrey Rush (Lionel Logue) y Helena Bonham Carter (Reina Isabel). Su guionista David Seidler, también se encargó de hacer la adaptación teatral, que en su versión española cuenta con la dirección de la actriz y realizadora Magüi Mira. 

La trama se centra en cómo el Rey Jorge VI (Adrián Lastra) siguió el consejo de su esposa Isabel (Ana Villa) para que acudiese al logopeda Lionel Logue, con el fin de que superase su tartamudez, para luego afrontar el discurso con el que Gran Bretaña comunicaba que declaraba la guerra a Alemania en 1939. Entre los personajes secundarios, que tienen más peso en esta versión, encontramos a Eduardo VIII, el hermano de Jorge VI; la norteamericana Wallis Simpson (Lola Marceli), mujer por la que Eduardo abdicó; y el Primer Ministro Winston Churchill (Ángel Savín).




¿Cómo surgió el proyecto de adaptar la película al teatro?:

Gabriel Garbisu y Roberto Álvarez.

Su autor David Seidler es tartamudo en la vida real, y le contó el proyecto a la Casa Real Británica, pero le dijeron que era mejor que esperara a que ya hubiese fallecido la Reina Madre y esposa del Rey Jorge VI, y como duró 100 años, el proyecto se alargó en el tiempo hasta que ésta falleció y se hizo la película. El largometraje quedó un poco edulcorado, por el respeto que mostraron hacia la realeza británica. Al ser adaptada al teatro por él mismo, al margen de que se traslada la historia a un nuevo contexto, todo quedó un poco más ampliado. La relación entre el Rey Jorge VIII y su hermano Eduardo tiene más peso en la versión teatral. A partir de ahí, cambia el tema y la relación del espectador con los actores.

¿Qué diferencias hay entre la película y la obra, y qué ofrece esta adaptación para quien ya haya visto la versión cinematográfica?:

Roberto Álvarez: Mi compañero de reparto Ángel Savín cuenta que se convirtió en actor porque una vez fue a ver a José Bódalo al teatro y quedó impresionado al verlo en una escena en la que simulaba estar inmerso en el agua y temblando de frío, cuando en realidad sus pies estaban sobre unos cartones. Y al fin y al cabo eso es el teatro, los actores, con unas pocas herramientas como fotografías y objetos, tratamos de transmitir un mundo de sensaciones, y cuando se llega, se produce una sensación directa en el espectador, que es distinta a la de una película.

Gabriel Garbisu: Es una obra basada en una película que ha visto mucha gente, así que no se podía hacer la obra igual que ésta. En la versión teatral, contamos con unos pocos elementos en los que se sugieren distintos espacios, y el resto se deja a la imaginación del espectador. Por ejemplo, no tenemos a muchos personajes secundarios, ni a toda esa figuración que aparece en la película, y hay escenas que están planteadas con una estructura diferente. En la película Colin Firth tenía una escena donde contaba un cuento a sus hijas, la actual reina y su hermana Margarita, y lógicamente en la obra esos personajes no están, pero se mantiene la escena, aunque Adrián Lastra la interpreta de un modo distinto.

Seidler admitió que se le había ido la mano, y que muchas cosas no sucedieron tal y como se habían contado en la película y en la obra. Por otra parte, se mantienen los elementos de comedia, al fin y al cabo la historia es una especie de comedia de costumbres, pero enmarcada en una época dramática, en la que su protagonista tenía que conectar con el pueblo durante un hecho histórico como fue el ascenso del nazismo y el comienzo de la Segunda Guerra Mundial.  

¿Roberto Álvarez, qué aprendiste a cerca de la figura real del logopeda Lionel Logue?:

Lionel Logue era australiano, era un tipo muy iconoclasta, le gustaba llevar las cosas a su terreno. Realizaba ejercicios mecánicos, y planteaba inmiscuirse en ese bloqueo que tiene un origen desconocido y que provoca la tartamudez. Su manera de llegar al rey era siendo un poco provocador, lo animaba a que hablara de su vida y también utilizaba el sentido del humor. En la película el sentido del humor que el da Geoffrey Rush es mucho más británico, y en la obra es un poco más latino, más carnal.

¿Cómo ha sido la reacción de la obra dentro del colectivo de personas con la tartamudez?:

Roberto Álvarez: La experiencia con las personas de ese colectivo ha sido muy emocionante, en especial cuando nos vienen a felicitar al final de la función y les encanta por el respeto con el que todo está tratado, ya que antiguamente los personajes tartamudos eran utilizados para hacer reír.

Hay que decir que nadie nace tartamudo, se suele desarrollar a partir de los 4 o 5 años, debido a un impacto fuerte en la vida. Un taxista me contó hace poco que él comenzó a ser tartamudo tras oír una explosión cuando tenía 4 años, a partir de ahí se produce un cortocircuito entre el cerebro y la palabra.

Gabriel Gabisu: En la escena en la que Adrián Lastra da el discurso en la Exposición Universal y comienza a tartamudear, hay muchos espectadores que al principio se ríen, es como si en el inconsciente colectivo, la figura del tartamudo fuera algo risible. 

¿Roberto Álvarez, cómo fue tu experiencia a la hora de trabajar con un grande como Fernando Fernán Gómez en la película "En la ciudad sin límites" (2002)?:

Roberto Álvarez: Fue un honor muy grande. Tanto Fernando como los otros veteranos de la interpretación española estuvieron acompañándonos a lo largo de toda nuestra vida. Ellos son nuestros referentes. En "En la ciudad sin límites" Fernando ya estaba muy mayor, y estaba muy cuidado por Emma Cohen. Era un ser sobrenatural con una mente brillante en la dialéctica diaria. Me hizo mucha ilusión cuando cuatro años después de la película, coincidí con él en una ceremonia donde le entregaron un premio, y me dijo con aquella tremenda voz "No te creas que no te sigo, te sigo en todos tus trabajos". Es verdad que tenía mucho carácter, pero igual que otras personas mayores. De todas formas, yo me solía llevar buen con aquellos que tenían mala leche, me hice muy amigo de Sancho Gracia y Pepe Sancho. Coincidí con Pepe Sancho en la miniserie "Tarancón: El quinto mandamiento" (2010), y me quedaba embobado escuchando sus historias, lo cual me hace pensar que los actores de ahora somos unos palurdos. En concreto Pepe empezó en el teatro pasando mucha hambre, montaba una carpa en los pueblos y te representaban Calderón de la Barca o cualquier otra obra como "El perro del hortelano", y si no se sabía el texto de la que elegía el público, se la estudiaba mientras comía. Esa gente por la mañana y por la tarde grababan "Estudio 1" en directo, después se hacían una función de teatro por la noche, y al final se iban a cerrar el bar del Aeropuerto de Barajas a las 6 de la mañana. 

Gabriel Garbisu: Roberto y yo somos de una generación diferente a la de esos actores, y hemos tenido siempre un respeto hacia los mayores. Yo tengo la sensación de que desgraciadamente esos referentes teatrales se están perdiendo. Yo he sido profesor de teatro con alumnos de 18 años, y les preguntas y no los conocen, ni saben lo que han hecho. Mucha gente se queja de que los actores jóvenes no tienen buena dicción como ellos y no se les entiende, y al mismo tiempo hay algunos que no tienen vocación, y quieren dedicarse a la actuación para ser famosos.  


Con Adrián Lastra, Ana Villa y Lola Marceli.







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