miércoles, 27 de agosto de 2014

IN MEMORIAM: PERET

Pere Pubill Calaf, conocido artísticamente como "Peret", nació el 24 de marzo de 1935 en Barcelona (España).

Desde niño acompañó a su padre vendiendo telas por Barcelona y Baleares. Siendo muy joven se interesó por el cante gitano y aprendió a tocar la guitarra. A los 12 años creó el dúo Los Hermanos Montenegro junto a una prima suya.

En 1947 grabó su primer disco, que pasó bastante desapercibido, y durante un tiempo viajó a Argentina para proseguir vendiendo sábanas. A su regreso a Barcelona, empezó a actuar en locales de la costa catalana en los que fue ganando su popularidad. A mediados de los 60 actuó en el tablao flamenco El Duende de Madrid, donde destacó gracias a sus versiones de temas como "El muerto vivo", del colombiano Guillermo González Arenas. Convertido en uno de los artistas que popularizaron la rumba catalana, fusionó este género con la música cubana, e incluso con el rock.
En 1967 grabó "Peret 1967", y en 1968 llegaron "Rumba pa' ti" y "Una lágrima", tema que se convirtió en un éxito veraniego. También lanzó álbumes como "Lamento gitano" y "Gipsy rumbas" en 1969, y se convirtió en una de los reyes de la rumba y la música popular gracias a temas alegres como "El gitano Antón", "Don Toribio Carambola", "Saboreando", "¡Lo mato!", "Si fulano fuese mengano", "Chaví",  "Qué cosas tiene el amor", "A mí las mujeres ni fu ni fa", "Castigadora" o "Tracatrá".

En 1971 logró un nuevo triunfo con "Borriquito", que no sólo fue popular en España, sino que también fue un hit en hispanoamérica, Holanda o Alemania. En 1974 representó España en el Festival de Eurovisión con "Canta y sé feliz", con la que obtuvo 10 puntos y quedó en décima posición.

Sus siguientes trabajos discográficos (algunos de ellos producidos por él mismo) fueron "Una lágrima 1972" (1972), "Mi santa"(dedicado a su esposa Fuensanta y lanzado en 1973), "Lo mejor de Peret" (1974), "Peret y sus gitanos"(1974), "Canta y sé feliz" (1975), "Lágrimas negras" (1978), "El joven Peret" (1979), "El jilguero" (1980) y "De coco a la paja" (1981).
Al margen de estos trabajos, también llevó a cabo una carrera paralela como actor, debutando en el musical "Los Tarantos" (1962) de Francisco Rovira Veleta, donde encarnó a un guitarrista. Luego se interpretó a sí mismo en "Las cuatro bodas de Marisol",(1967), y dio vida a un guitarrista en "Un día después de agosto" (1969) . En 1969 formó parte del reparto coral de "El taxi de los conflictos" de Mariano Ozores y José Luis Saenz de Heredia, y participó en el surrealista especial televisivo "El irreal Madrid" de Valerio Lazarov. A finales de los 60 y comienzos de los 70 protagonizó cuatro películas musicales: "Amor a todo gas" (1969), "El mesón del gitano" (1970), Si fulano fuese mengano" (1971), "A mi las mujeres ni fu ni fa" (1971) y "¡Qué cosas tiene el amor" (1973), en las que se interpretó a sí mismo o encarnó a cantantes con otros nombres, pero que era un fiel reflejo de su figura.

En 1982 decidió abandonar su carrera musical al ingresar en la sección barcelonesa de la Iglesia Evangélica de Filadelfia, donde ejerció labores religiosas bajo el nombre de Hermano Pedro.
En 1991 cesó su actividad pastoral y regresó a la música con su propio sello discográfico. Su álbum de regreso fue "No se pue aguantar" (1991). Ese mismo año compuso el tema "Bésame", que fue interpretado por su sobrino Joel en el Festival de la OTI.
En 1992 interpretó "Gitana hechicera" en la Ceremonia de Clausura de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, donde estuvo acompañado por Los Manolos y Los Amaya. La canción fue un éxito veraniego y dio pie al recopilatorio "Rumbas de la clausura" (1993). E los 90 grabó otros tres discos: "Como me gusta" (1993), "Que disparen flores" (1995) y "Jesús de Nazareth" (1996). En 1996 regresó a la actuación con la película "Alma gitana", a la que siguieron "Marujas asesinas" (2001) y "Lazos rotos" (2008), así como apariciones especiales en las series "Todos los hombres sois iguales" (1998) y "Pelotas" (2009).

En 2000 grabó "El Rey de la Rumba", un disco de duetos en el que colaboró con artistas como Jarabe de palo, Carlos Jean, Los Enemigos, Tonino Carotone, Manuel Malou, Ojos de brujo, Estopa, Macaco o David Byrne (del grupo Talking Heads). En 2007 interpretó la canción "Me'n vaig a peu" dentro del disco homenaje a Joan Manuel Serrat titulado "Per al meu amic Serrat". Ese año Joaquín Sabina y Serrat lo homenajearon incluyendo una versión de "El muerto vivo" en su gira "Dos pájaros a tiro". Para sorpresa de los fans, Peret interpretó la canción junto a ellos en el primer concierto de Barcelona celebrado en el Palau Sant Jordi.

En 1997 también realizó una versión en catalán de "Life is Life" de Opus titulada "Vine amb mi", que se incluyó dentro del disco colectivo "La Mataró de TV3". Sus dos últimos trabajos discográficos fueron "Que levante el dedo" (2007) y "De los cobardes nunca se ha escrito nada" (2009). En 2008 actuó en el programa "No disparen al pianista" junto a Kiko Veneno, Raimundo Amador y Muchachito Bombo Infierno. Su carrera artística se completó con diversos recopilatorios, Hay que señalar que también ejerció como presentador de televisión y radio. En lo personal, permaneció casado con su esposa Fuensanta, madre de sus hijos, hasta su fallecimiento. Peret falleció el 27 de agosto de 2014 en Barcelona (España), a la edad de 79 años y  a consecuencia del cáncer de pulmón que le habían diagnosticado en fechas recientes.

domingo, 24 de agosto de 2014

IN MEMORIAM: RICHARD ATTENBOROUGH


Nació el 29 de agosto de 1923 en Cambridge (G.B.).

Su padre era director de la Universidad de Leicester, lugar donde creció junto a sus hermanos: David Attenborough (célebre naturalista, documentalista y explorador) y John Attenborough (director de Alfa Romeo).

Sirvió en la Fuerza Aérea durante la Segunda Guerra Mundial. Estudió Arte Dramático en la Real Academia y a principios de los años 40 inició su carrera en el cine británico debutando como secundario en el film bélico "Sangre, sudor y lágrimas" (1942) de Noel Coward y David Lean. A lo largo de la década fue actor de reparto en "A vida o muerte" (1946) e "Historia de una cobardía" (1947), película con la que empezó a alcanzar la popularidad, y a la que siguió su rol protagonista en el thriller "Brighton, parque de atracciones" (1947).

En 1949 fue actor de reparto en la película bélica "The Lost People". Posteriormente reincidió en este género con "Salida al amanecer"(1950) y protagonizando "Comando de la muerte" (1958). En 1951 intervino en la superproducción "The Magic Box", y en 1959 acompañó a Peter Sellers en la comedia "Estoy bien, Jack". Acto seguido protagonizó "S.O.S Pacífico" (1959) y "Amarga silencio" (1960). En 1960 participó en "Objetivo: banco de Inglaterra". En 1962 volvió a secundar a Peter Sellers en "Juego para dos", y compartió reparto con Patrick McGoohan en "Noche de pesadilla".
En 1963 se unió al reparto coral de la norteamericana "La gran evasión" de John Sturges, donde encarnó al Bartlett. Aunque siguió vinculado al cine británico con films como "Plan siniestro" (por cuya interpretación ganó el BAFTA y el Premio del Festival de San Sebastián al Mejor actor y el 1964), "Los pecados de la señora Blossom" (1968), "Si quieres ser millonario no malgastes el tiempo trabajando" (1968), "La última explosión" (1970) y "El botín" (1970), se convirtió en una secundario imprescindible en el cine norteamericano con películas como "El vuelo del Fénix" (1965) de Robert Aldrich, "El Yang-tse en llamas" (1966), "El extravagante Dr. Doolitte" (1967) y "El clan de los inmorales" (1968). En 1967 fue ordenado Caballero de la Orden del Imperio Británico.

En 1971 logró una de sus interpretaciones más memorables como el asesino John Christie en el thriller  británico "El estrangulador de Rillington Place" de Richard Fleischer. A mediados de los 70 actuó una coproducción que adaptaba de "Diez negritos" de Agata Christie, y secundó a John Wayne en el film policíaco "Brannigan".
Luego siguió ejerciendo como actor de reparto en "Rosebud" (1975), "Culpable sin rostro" (1975) y "Los jugadores de ajedrez" (1977), y en 1979 protagonizó el thriller "El factor humano" de Otto Preminger. Desde finales de los 60 también inició una carrera paralela como director y productor con films como "¡Oh, qué guerra tan bonita!" (1969), "El joven Winston" (1972), la superproducción bélica "Un puente lejano" (1977) y "Magic" (1978).

Su consagración como realizador llegó con la aclamada "Gandhi" (1982), por la que ganó dos Oscar y dos BAFTA a la Mejor película y al Mejor director, y obtuvo el Globo de oro y el Premios del Sindicato de Directores como Mejor realizador. Su labor en la dirección prosiguió en los 80, 90 y en el siglo XXI con títulos como "Chorus Line" (1985), "Grita libertad" (estrenada en 1987 y por la que ganó la Cámara de la Berlinale en el Festival de Berlín de 1988), "Chaplin" (1992), "Tierras de penumbra" (por la que obtuvo el BAFTA el Mejor film británico en 1993), "En el amor y en la guerra" (1996), "Búho Gris" (1999) y "Cerrando el círculo" (2007).

En 1993 volvió a ganar popularidad como intérprete para las nuevas generaciones con su papel del Profesor John Hammond en "Parque jurásico" (1993) y "El Mundo Perdido" (1997) de Steven Spielberg. En 1994 protagonizó el drama familiar navideño "Milagro en la ciudad" (1994). Entre sus últimos trabajos como actor de reparto figuraron los largometrajes "Hamlet de Kenneth Brannagh" (1996) y "Elizabeth" (1998), y los telefilms "Los niños del tren" (2000) y "Jack y las habichuelas mágicas: la historia real" (2001). En su tiempo libre se dedicó a diversas labores humanitarias. En 2004 sufrió el fallecimiento de su su hija Jane y de su nieta Lucy a causa del Tsunami que tuvo lugar en Tailandia cuando él se encontraba de vacaciones con su familia. En lo personal, desde 1954 y hasta su fallecimiento, estuvo casado con la actriz Sheila Sim, madre de sus tres hijos (la fallecida Jane, el director teatral Michael y la actriz Charlotte). Richard Attenborough falleció el 24 de agosto de 2014 en Cambridge (G.B.), a la edad de 90 años.

COMO DUMBO CAMBIÓ MI INFANCIA: POR ELENA SAAVEDRA SILES

Nuestra tercera y última autora invitada de esta edición es Elena Saavedra Siles, co-directora de la web Your Are Writter y autora del libro "La prueba" (2014).

COMO DUMBO CAMBIÓ MI INFANCIA: POR ELENA SAAVEDRA SILES:



Cuando tenía 6 años vi por primera vez la película de "Dumbo" (1941), el elefante que podía volar con sus orejas. Al principio no me llamó mucho la atención e incluso tuve miedo, hasta que me di cuenta del porqué de mi reacción. Era casi como mirarme al espejo, ese pequeño elefante tenía esas grandes orejas por las que todo el mundo se reía y yo tenía mis pies metidos hacia dentro como si fuera un pingüino y todos se reían de él.

A igual que Dumbo mi infancia no fue llena de mariposas, por las noches tenía miedo de dormirme aún oía gritos dentro de mi cabeza, como si jamás se fueran a ir de allí. Como si las imágenes difusas de Dumbo yo también tenía las mías, jamás supe interpretarlas, pero el miedo que sentía era demasiado real para ser sólo un sueño.

Es una historia que me ha marcado, sin ni siquiera yo saberlo pues hasta ahora que no me paro en analizar qué película me ha llegado más, no me he dado cuenta de la historia que tenía detrás esta película, y eso me hace pensar que he estado viendo elefantes rosas bailando todo el tiempo para no ver la realidad.

Pero la oscuridad no dejó a Dumbo desolado, tuvo la ayuda de alguien a igual que yo y pudo hacer su sueño realidad al igual que yo. Supongo que es su historia la que me hizo darme cuenta que a pesar de lo que hayas perdido, o de la oscuridad en la que me hubieses visto envuelto en el pasado es posible sonreirle a la vida y volar.

El baile con los elefantes rosas aún me atormenta algunas noches, la pérdida de un ser querido me persigue, la oscuridad me inunda en la noche, las pesadillas se apoderan de mí, pero siempre puedo recordar a aquella persona que de verdad estuvo ahí y mirar a los pies y estar agradecida por poder levantarme y caminar aunque sea como un pingüino es todo lo que deseo, y nada más. Bueno quisiera poder correr sin tropezarme o cansarme, pero pudiendo volar con la mente, ¿quién necesita correr? Me digo a mí misma muchas veces cuando la negatividad se apodera de mí. Me recuerdo las cosas buenas de mi vida, los retazos de esperanza a Dumbo volando y olvidando todas las burlas, olvidando el pasado y mirando al futuro.

Así que de esta historia aprendí que luchar con la risa es la única forma de vencer a los miedos de cada uno, de vencer a las pesadillas y de dejar el pasado atrás. No siempre será fácil, nunca lo ha sido, pero jamás me rendiré. Sería como si Dumbo se hubiera rendido antes de poder volar, así que atrás dejaré los elefantes rosas y me concentraré en una única cosa: en volar con mi mente. En  luchar cada día, en mi propia lucha, como la que tenemos todos. No es más ni menos. Es la vida. Es lo que aprendes con ella. Aprendes a vivir de verdad, a recordar sólo la felicidad, por muy pequeña que a veces pueda parecer, por mucha oscuridad que pueda ocultarla, allí estará en algún rincón de ti mismo la manera de ser feliz, de seguir adelante.

Ahora que recuerdo esta película no me vienen a mi mente malos recuerdos sino como esta historia me ayudó a superar un miedo, el miedo a ver la realidad y como al final siempre hay un atisbo de luz en medio de la nada.


Elena Savedra Siles.

martes, 19 de agosto de 2014

RECUERDOS DE ORO: POR RAIN CROSS

Nuestra segunda autora invitada es Rain Cross, una de las escritoras habituales de la web http://youarewriter.wordpress.com/
RECUERDOS DE ORO: POR RAIN CROSS:

Recuerdo las luces apagadas. Tendría unos cuatro o cinco años, y estaba jugando con una amiga mientras nuestras madres veían la televisión. De repente, mi atención se centró en la pantalla; la acción transcurría en un cine, y la gente disfrutaba de una película sobre demonios que se convertía en realidad. "Demons" (1985)’, de Lamberto Bava fue la primera película de terror que me viene a la memoria. Le siguieron "Poltergeist" (1982)’, "Terror en Amityville" (1979)’ y un largo etcétera hasta la fecha. Y es que desde que mis ojos se encontraron con la máscara de plata demoníaca, no pude sentir más que fascinación por el mundo de las tinieblas.

‘Gremlins" (1984)’, "Regreso al Futuro" (1985), "En busca del arca perdida” (1981) y "Los Cazafantasmas" (1984) eran de mis sagas favoritas, y aún les tengo un cariño especial.

Tampoco puedo dejar de lado la fantasía épica. Cómo olvidar a David Bowie como rey de los Goblins en "Dentro del Laberinto" (1986) o el «Como desees» de "La princesa prometida" (1987). Todos queríamos que Ártax escapara de las arenas movedizas en "La Historia Interminable" (1984) y que Jack rescatara a Lilly del Señor de las Tinieblas (inolvidable ese gran demonio rojo de cuernos negros) en "Legend" (1985). Películas que te adentraban en mundos donde monstruos, dragones, caballeros y princesa luchan por el amor, la justicia y la verdad.

Los extraños y oscuros mundos de Tim Burton también estuvieron muy presentes en mi niñez, y es que, en cuanto salía del colegio, muchas tardes de aburrimiento eran amenizadas gracias "Beetlejuice" (1988)’ y "Eduardo Manostijeras" (1990).

Mi madre siempre leía novelas de terror, por lo que por casa siempre podías encontrar uno de los libros del maestro Stephen King, su autor favorito, sobre algún mueble. Y claro está, veíamos todas las películas basadas en sus novelas. Mi hermano mayor siempre me asustaba escondiéndose detrás de las cortinas y recitando a Pennywise en "It" (1990), «Todos flotan —decía—. Y tú también flotarás.»

Y llegamos a los zombis. Sí, esos muertos putrefactos que devoran carne humana. Una tarde los descubrí a través de la mítica canción de Michael Jackson "Thiller" (1983). Al principio me asustaron; esa atmósfera lúgubre del vídeoclip, y esos seres que querían atacar al cantante y se unían a él en una de las coreografías más imitadas. Pero había algo interesante en ellos. Mi madrina me regaló el "Así se hizo", VHS que aún conservo, y con el que les perdí el miedo. Veía a los jóvenes bailarines y al mismísimo Jackson transformarse en zombis gracias a la magia del maquillaje. Y pasaron a ser mis monstruos favoritos.

Mi infancia ha sido una mezcla de magia, zombis y fantasmas. Una mezcla que estará siempre muy presente en mi vida.


Rain Cross.

miércoles, 13 de agosto de 2014

RECUERDOS IMBORRABLES DE UNA INFANCIA MONSTRUOSA: POR DAVID GARCÍA



Esta octava edición de "Recuerdos de oro" la inaugura David García (Zaragoza, 1973). Nuestro autor invitado colabora como editor y director del  fanzine "Monster World". También ha participado en diversos fanzines y publicaciones relacionadas con el género fantástico y de terror  entre las que se encuentran  "Data", "Cineguias MP", "El buque maldito", "Amazing Monsters"o "Scifiworld". Ha sido colaborador de la Muestra de Cine Fantástico y de Terror de Castellon (Fantcast), y ha escrito en el colectivo "Juan Piquer Simón, mago de la serie B" editado por Museo Fantástico (2011). En el apartado audiovisual ha dirigido el documental "Gritos de terror en el tren, los secretos de rodaje de Pánico en el transiberiano" (2008). En 2012 comienza una nueva aventura editorial formando junto a Julio Sari y Jesus Bernal la editorial independiente SHOCK ediciones , publicando, además de "Monster World", el comic "Bizarro presenta" y el primer fanzine on-line digital dedicado al maestro del stop-motion Ray Harryhausen "Los tesoros de Colosssa". Actualmente prepara el cortometraje "El último guión", un homenaje a la saga de los Templarios de Amando de Ossorio, que tendrá como protagonista a Lone Fleming. 

RECUERDOS IMBORRABLES DE UNA INFANCIA MONSTRUOSA: POR DAVID GARCÍA:
El amigo Alex Medina me pide que retroceda en el tiempo.
Que bucee en mis recuerdos en busca de aquellos momentos que marcaron mi niñez. Haciendo un ejercicio de sinceridad y retroalimentando mis propios recuerdos, siempre guardados con cariño en ese baúl que es el subconsciente de nuestra inocente y añorada infancia. Como extraídos de ese mundo de ensueño surgen flashes, momentos imborrables y un buen puñado de imágenes y sonidos que vislumbran en mi memoria y que regresan en ocasiones para recordarme el porqué de mis pasiones.
Curiosamente todo está relacionado con lo fantástico, la fantasía y mi amor por el cine y el cómic.
Desde que tengo uso de conciencia siempre estuve rodeado de cómics. Los mismos que mis hermanos me escondían para que no se los “estropeara”. Yo soy de los Marvel pero sobre todo del cómic de Terror. Viví la época Vértice, mis preferidos eran los 4 Fantásticos.

Adoro a Jack Kirby. Devoraba los Spiderman, Vengadores y tantos otros. Los compaginaba con los "Vampus", "Rufus", "Dossier negro"... y entrando en los 80 ya fue la gran fiesta con la aparición de Forum y todo Marvel en color. Seguía todo lo que se publicaba!!...pero con la llegada del cómic europeo y cumplidos los 17 descubrí la fabulosa “1984” y me enamore de Frazzeta, Corben, Wrightson, Enric, Sanjulian, Carlos Jimenez. Recuerdo en clase salir a la pizarra, en esos momentos en los que el profesor tenía que ausentarse de repente, y dibujar un zombie con tiza devorando un sabroso cerebro con la consabida reprimenda del profe. En el colegio yo era “el dibujante”. Todos querían que les dibujase un monstruo en el cuaderno. Tuve esa fama hasta abandonar la EGB he incorporarme a la vida laboral. Hoy en día es un hobby que sigo practicando, muy de vez en cuando.

Fue la época de los álbumes de cromos de cartón “Mundos Desconocidos”, “Mazinguer Z”, “Galactica”... los sobres de Montaples, las tardes con el Cinexin.

Yo siempre lo digo. Cuando de pequeño me preguntaban que quería ser de mayor yo respondía dibujante de cómics o creador de monstruos. Dibujaba cómics de superhéroes y de terror con mi primo, el ilustrador Julio Sari. Teníamos series propias y la gozábamos creando las historias todas las semanas. Mi otra pasión por los efectos especiales de maquillaje viene de mucho antes.

Mi primer recuerdo relacionado con el cine fantástico es televisivo, y todo se lo debo a ese maestro que es Chicho Ibáñez Serrador. Me estoy refiriendo al ciclo que emitió TVE en 1982 llamado “Mis terrores favoritos”. No me perdía ninguna de las películas programadas. Recuerdo como si fuera hoy como en el salón de casa de mis padres había una gran mesa de madera, de aquellas con dos patas grandes y robustas. Pues bien... yo me acomodaba debajo de dicha mesa, apoyado en una de las patas y con un cojín en las posaderas. La inquietante música y rótulos del comienzo ya me dejaban abducido, cuando aparecía ese señor de barbas y gafas de pasta con su socarrón humor negro ejerciendo cual maestro de ceremonias, todo indicaba a que iba a pasarlo gratamente mal. Por primera vez descubrí “Pánico en el transiberiano” (1972), “La mujer y el monstruo” (1954), “No profanar el sueño de los muertos” (1974), “Drácula vuelve de la tumba” (1968), “El hombre con rayos x en los ojos” (1963)..y tantas otras.

Pero mi curiosidad quería indagar en como se realizaban esas criaturas. Descubrí mucho tiempo después las técnicas empleadas en publicaciones extranjeras (claro) como Fanforia o Starlog. Realicé mis primeros “experimentos”, incluso intenté rodar un corto que al final se tuvo que desertar por falta de equipo técnico, que no ganas.


Hoy sigo emocionándome con lo mismo que cuando era niño. Me mantengo firme a mis gustos y creencias, imborrables en paso del tiempo.

Gracias Alex por permitirme volver a recordarlos.

David García.

martes, 12 de agosto de 2014

IN MEMORIAM: LAUREN BACALL



Nació el 16 de septiembre de 1924 en Nueva York (USA).

A los 15 años estudió interpretación en la American Academy of Dramatic Arts. Gracias a su belleza y expresiva mirada, trabajó como modelo para revistas como Harper's Bazar. También ejerció como acomodadora de cine y en 1942 debutó como actriz en Broadway.

Su primer trabajo cinematográfico fue por la puerta grande, acompañando a Humphrey Bogart como la femme fatale de voz grave en clásico del cine negro "Tener y no tener" (1944) de Howard Hawks. Un año después intervino en la película "Agente confidencial. En 1945 se casó con Bogart (después de que él se divorciase de su tercera esposa) y ambos volvieron a formar pareja en otras obras maestras del género negro como "El sueño eterno" (1946) de Howards Hawks, "La senda tenebrosa" de Delmer Daves y "Cayo Largo" (1948) de John Huston. En 1955 el matrimonio trabajó junto por última vez en una versión de "El bosque petrificado" realizada para un episodio de la serie "Producer's Showcase", y en la que también coincidieron con Henry Fonda.

A lo largo de los 50 intervino en films como "El trompetista" (1950) y "El rey del tabaco" (1950) de Michael Curtiz, "Cómo casarse con un millonario" (1953), "El mundo de las mujeres" (1954), "La tela de araña" (1955), "Callejón sangriento" (1955), "Sombra enamorada" (1958) y "La India en llamas" (1959). A finales de la década volvió a brillar protagonizando el melodrama "Escrito sobre el viento" (1957) de Douglas Sirk y la comedia "Mi desconfiada esposa" (1959) de Vincente Minnelli.

En 1957 enviudó de Humphrey Bogart, fallecido el 14 de enero de ese año, a la edad de 57 años y a consecuencia de un cáncer de esófago. La pareja tuvo dos hijos llamados Stephen (productor) y Leslie.
Tras superar una depresión a causa de la muerte de su esposo, en los 60 espació sus apariciones y únicamente intervino como secundaria en "La pícara soltera" (1964),  "Tratamiento de shock" (1964) y "Harper, investigador privado" (1967). Además hizo colaboraciones como actriz invitada en las series "Dr. Kildare" y "La hora de los famosos", y participó en la obra "Flor de cactus"  (1965-68).

Entre 1961 y 1969 estuvo casada en segundas nupcias con el también actor Jason Robards, padre de su hijo Sam Robards (intérprete y productor).

Tras un periodo de retiro de las pantallas, en 1973 reapareció con el telefilm "Applause" (versión musical de "Eva al desnudo" (1950), que ya le había reportado un Tony a la Mejor actriz de musical en 1970) y como actriz de reparto en "Asesinato en el Orient Express" (1974) de Sidney Lumet y "El último pistolero" (1976) de Don Siegel. En 1979 colaboró en dos episodios de la serie "Los casos de Rockford".
En 1980 actuó en la comedia coral "Salud" de Robert Altman, y obtuvo su segundo Tony a la Mejor actriz de musical por la obra "La mujer del año" (1981-83) en Broadway. En 1981 protagonizó "El admirador". A finales de los 80 y durante la década de los 90 ejerció como secundaria de lujo en films como "Cita con la muerte" (1988), "Mr North" (1988), "Misery" (1990) de Rob Reiner, "Todo lo que quiero para Navidad" (1991), "Pret-a-porter" (1994) de Robert Altman, "Mis queridos compatriotas" (1996), la francesa "El día y la noche" (1997), la española "El celo" (1999) o "Diamonds" (1999). En 1996 recibió su primera nominación al Oscar como Mejor actriz secundaria por la comedia "El amor tiene dos caras", dirigida y protagonizada por Barbra Streisand. A pesar de que ganó el Globo de oro y el Premio del Sindicato de Actores a la Mejor actriz secundaria, el Oscar fue para Juliette Binoche por "El paciente inglés".

En la pequeña pantalla participó en telefilms como "Cena a las ocho" (1989), "El retrato" (1993) y "La vida secreta de Doris Duke" (1999), y en 1998 actuó en dos episodios de la serie "Chicago Hope". En el siglo XXI siguió trabajando como secundaria en "Dogville" (2003) y "Manderlay" (2006) de Lars Von Trier, así como en otros títulos poco relevantes como "Reencarnación" (2004),"This Foolish Things" (2005), "The Walker" (2007), "Wide Blue Yonder" (2010) y "The Forger" (2012). Su última película como protagonista fue "The Limit" (2007). También fue actriz de doblaje en las versiones dobladas al ingles de "El castillo ambulante" (2004) de Hayao Miyazaki y de la francesa "Ernest y Célestine" (2012). En 2014 puso su voz en un episodio de "Padre de familia". Su carrera teatral se completó con las obras "Adiós, Charlie" (1959), "V.I.P. Night in Broadway" (1979), "Dulce pájaro de juventud" (1985), "The Visit" (1995), "A Celebration" (1996) y "Waiting in the Wings" (2000). En su última etapa recibió premios honoríficos como el Premio Donostia en el Festival de San Sebastián de 1992, el Globo de oro Cecil B. DeMille en 1993, el César en 1996, la Cámara de la Berlinale en el Festival de Berlín en 1997 y el Oscar en 2009. Hay que señalar que fue autora del libro "The Dakota Scrapbook", y que fue entrevistada habitualmente en documentales sobre el cine clásico, el género negro o sobre Humprey Bogart (siendo el más destacado "Bacall sobre Bogart" en 1988). Lauren Bacall falleció el 12 de agosto de 2014, en Nueva York (USA) y a la edad de 89 años y a consecuencia de un derrame cerebral. Con su muerte, Hollywood pierde a otro de sus últimos mitos de los años 40 y 50.

lunes, 11 de agosto de 2014

IN MEMORIAM: ROBIN WILLIAMS

Nació el 21 de julio de 1951 en Chicago, Illinois (USA).

Procedente de una familia acomodada, creció bajo las creencias de la Iglesia Episcopal. Estudió en Detroit Country High School y Redwood Highschool, y cursó sus estudios universitarios en Claremont McKenna. Interesado por la actuación y el mundo del humor (desde muy joven empezó a ejercer como monologuista), estudió Teatro en la Universidad de Marin y en Julliard School, donde coincidió con Christopher Reeve y tuvo como profesor a John Houseman.

En 1977 debutó como secundario en la comedia "Can I Do It 'Till I Need Glasses?" (1977) y fue actor invitado en "Con ocho basta". Ese mismo año apareció como humorista en el programa "The Richard Pryor Show". Sus apariciones en este espacio llamaron la atención de Garry Marshall, que decidió contar con él para el papel del extraterrestre Mork en un episodio de la exitosa "Días felices". Debido a la buena acogida del personaje, acabó protagonizando la sitcom "Mork y Mindy" (1978-1982), que se mantuvo 4 temporadas en antena y dio origen a la serie amada "Mork & Mindy/Laverne & Shirley/Fonz Hour" (1982). Por su interpretación en la serie recibió un Globo de oro como Mejor actor en serie de comedia en 1979.
A finales de los 70 y los largo de los 80 protagonizó tres especiales de humor para la HBO titulados "Off The Wall"(1978), "An Evening with Robin Williams" (1982) y "Robin Williams: Live at the Met" (1986).

En 1980 hizo su primer papel protagonista encarnando a Popeye en la versión cinematográfica del popular cómic, bajo la dirección de Robert Altman. En 1982 cambió de registro protagonizando el drama "El mundo según Garp", y también participó en el episodio "El príncipe encantado" de la serie "Cuentos de hadas". Posteriormente protagonizó otras comedias como "Sufridos ciudadanos" (1983), "Un ruso en Nueva York" (1984) y "Los buenos tiempos" (1986).

En 1987 se consolidó como actor con la comedia dramática "Good Morning , Vietnam" de Barry Levinson, por la que recibió su primera nominación al Oscar como Mejor actor y ganó el Globo de oro al Mejor actor de comedia.
Tras su participación secundaria en "Las aventuras del Barón Munchasen" (1988), volvió a brillar con su papel del profesor John Keating en "El club de los poetas muertos" (1989) de Peter Weir, por cuyo trabajo recibió su segunda nominación al Oscar como Mejor actor. En 1986 presentó la ceremonia de los Oscar.
En 1987 y 1988 obtuvo dos Emmys a la Mejor interpretación individual en Programa de variedades o musical por su participación en "Carol, Carl, Whoopi and Robin" y "A Royal Gala".
En 1990 fue el protagonista del drama "Despertares" y de la comedia "Cadillac Man". Además ejerció como secundario en "Morir todavía" (1990) de Kenneth Brannagh.
En 1991 recibió su tercera nominación al Oscar como Mejor actor y obtuvo el Globo de oro al Mejor actor de comedia o musical por "El rey pescador" de Terry Gilliam. Ese año encabezó el reparto de "Hook" de Steven Spielberg.

En 1992 puso la voz al Genio en "Aladdin" (y que repitió en la secuela videográfica "Aladdin y el rey de los ladrones en 1996), labor por la que recibió un Globo de oro especial. Acto seguido protagonizó comedias y películas familiares como las exitosas "Señora Doubtfire" de Chris Columbus (por la que ganó su tercer Globo de oro como Mejor actor de comedia o musical en 1993), "Jumanji" (1995) de Joe Johnston, "Una jaula de grillos" (1996) de Mike Nichols y "Flubber y el profesor chiflado" (1997), junto a otras menos populares como "Toys" (1992) de Barry Levinson,  "Jack" de Francis Ford Coppola o "Un lío padre" (1997) de Ivan Retiman.

En 1994 rodó la poco recordada "Un hombre atrapado en el tiempo" y a mitad de los 90 también ejerció como secundario o realizó cameos en "Nueve meses" (1995) de Chris Columbus, "A Wong Foo, gracias por todo, Julie Newmar" (1995), "Agente secreto" (1996), "Hamlet de Kenneth Brannagh" (1996) y "Desmontando a Harry" (1997) de Woody Allen.

En medio de tanta actividad profesional, fue actor invitado en "Homicidio", "El show de Larry Sanders" y "Friends". En 1997 logró el Oscar y el Premio del Sindicato de Actores al Mejor actor secundario por "El indomable Will Hunting" de Gus Van Sant.

A finales de los 90 fue actor principal en "Más allá de los sueños" (1998), "Patch Adams" (1998), "Ilusiones de un mentiroso" (1999) y "El hombre bicentenario" (1999). En el siglo XXI ejerció como actor de doblaje en "Inteligencia artificial" (2001) de Steven Spielberg, "Robots" (2005), "Happy Feet" (2006) y "Happy Feet 2" (2011), y protagonizó films como "Retratos de una obsesión" (2002), "Smoochy" (2002) de Danny De Vito, "Insomnio" (2002) de Christopher Nolan,  "La memoria de los muertos" (2004), "Un golpe de suerte" (2005),"Voces en la noche" (2006), "¡Vaya vacaciones!" (2006), "El hombre del año" (2006), "Hasta que el cura nos separe" (2007), "El mejor padre del mundo" (2009), "Dos canguros muy maduros" (2009), "La mirada del amor" (2013), "Boulevard" (2014) y "The Angriest Man in Brooklyn" (2014). Por otra parte, en su faceta como actor de reparto intervino en "Delitos menores" (2004), "Noche en el museo" (2006), "August Rush (Todo por un sueño)" (2007), "Noche en el museo 2" (2009), "La gran boda" (2013) y "El mayordomo" (2013). En fechas recientes realizó apariciones especiales en las series "Ley y orden: Unidad de víctimas especiales", "Wilfred" y "Louie". Entre 2013 y 2014 protagonizó junto a Sarah Michelle Gellar la serie de comedia "The Crazy Ones", que no superó la primera temporada.

A lo largo de su trayectoria también realizó shows de monólogos como "An Evening With Robin Williams" (1982) y "Robin Williams: At The Met"(1986), discos humorísticos (por los que ganó 5 Grammys) y colaboró en videoclips como "Don't Worry Be Happy" (1988), de su amigo Bobby McFerrin (junto al que también interpretó una versión de "Come Together" de Los Beatles). En teatro protagonizó el espectáculo "Robin Williams: Live on Broadway", y las obras "Bengal Tiger at the Zoo" y "Esperando a Godot". En su tiempo libre colaboró en asociaciones benéficas como Christopher Reeve Paralisys (cuando su Reeve sufrió el accidente de equitación, él entró en su habitación disfrazado del médico de 9 meses y consiguió sacarle una sonrisa a su amigo). En lo personal, tuvo problemas con el alcohol y las drogas, y se sometió a tratamientos de desintoxicación.

En el terreno sentimental, se casó en tres ocasiones: Entre 1978 y 1988 estuvo unido a la actriz Valerie Belardi, madre de su primer hijo Zack. Entre 1989 y 2010 se casó con Marsha Garces, ex-niñera de su hijo y madre de sus otros dos vástagos Zelda y Cody. Desde 2011 y hasta su fallecimiento permaneció casado con Susan Schneider. Robin Williams fue encontrado muerto en su casa de California (USA) el 11 de agosto de 2014, a la edad de 63 años. Las investigaciones concluyeron que se suicidó a consecuencia de la depresión que padecía. A lo largo de 2014 y 2015 veremos sus interpretaciones póstumas en las películas "Merry Frigin' Christmas" y "Noche en el museo: El secreto de la tumba", y su trabajo como actor de doblaje en la película "Absolutely Anything". En 2015 tenía previsto rodar "Señora Doubtfire 2", película que probablemente sea cancelada. Con su muerte, el mundo del espectáculo pierde a un gran y polifacético actor y humorista.

viernes, 8 de agosto de 2014

IN MEMORIAM: MENAHEM GOLAN (1929-2014): "EL HOMBRE DE LA ‘CANNON’": POR RAYCO

El 8 de agosto de 2014 murió en su casa de Jaffa (Israel) Menahem Golan. Se nos ha ido un hombre fundamental para entender el cine de los 80; porque si en esa década arrasaron apellidos ilustres como Spielberg, Cameron, Zemeckis o Reitman o fue la época dorada de los slashers; también fue la década de los videoclubs y en esos mágicos locales nadie reinó tanto como la productora de Golan, The Cannon Group.
 
Menahem Golan nació 31 de mayo de 1929 en Tiberíades (Palestina, hoy Israel). Tras haber sido piloto en las fuerzas aéreas israelíes, marchó primero al Reino Unido para estudiar arte dramático y luego a Nueva York para aprender dirección cinematográfica. En los 50 retorna a su país y en 1964 se junta con su primo Yoram Globus para formar una productora.

Fueron unos años duros hasta que 1974 triunfaron con “Kazablan”.  Dirigida por el propio Golan y protagonizada por un talludito Yehoram Gaon, el Manolo Escobar hebreo, “Kazablan”  era un musical que versionaba “Romeo y Julieta”. Con esta peli lograron dos nominaciones a los Globos de Oro. Tres años después, Golam sería nominado al Oscar a la Mejor Película de Habla no Inglesa por “Operación Relámpago”, un cinta de acción basada en el secuestro real de un avión con Yehoram Gaon, el inquietante Klaus Kinski y la musa del erotismo al estilo “bésame o te machaco” Sybil Danning. Pero el pelotazo en taquilla les llegó en 1978 con la primera entrega de la saga “Polo de limón”, historia de chavales obsesionados con el sexo y claro antecedente de “Porky’s” y “American Pie”. La saga dejó ocho entregas y convirtió en actor de culto al gordito Zachi Noy.

Menahem Golan y Yoram Globus.

En 1979, Golan y Globus llegaron a EEUU y cantando aquello de “California, here we come” compraron por 500.000$ una pequeña productora, Cannon. Y como si de San Pedro se trataran sobre esa piedra construyeron su templo del cine chungo y ratonero.

La primera declaración de intenciones (y de hechos) de la Cannon fue “The Apple” (1980), una metáfora del Antiguo Testamento envuelto en un musical hortera, futurista y ambigua sexualmente (por ser amable) y que mezcla baladas moñas, música disco y temas intensos y trepidantes a lo Jim Steinman; además de un final de ésos que producen hilaridad, incredulidad e ira homicida a partes iguales.

Golan-Globus descubrieron que lo que quería la gente de los 80 era acción, y butacas con reposabrazos, pero sobre todo acción (confío en que Matt Groening no va a leer esto). Y pensaron: “eso de los ninjas no está muy visto en occidente”. Y luego se preguntaron: “¿quién mejor para hacer de Ninja que Franco Nero?”. Son de esas decisiones absurdas pero que molan porque, como todo el mundo sabe, un actor italiano de spaghetti-westerns y que venía de protagonizar una explotation italiana de “Tiburón” es ideal para hacer de ninja. Y así parieron “La justicia del ninja” (1981).

La saga “ninja” se convirtió en una plataforma para intentar lanzar a Sho Kosugi. El nipón ejerció de villano en la primera parte; en la secuela, “La venganza del ninja” (1983), se convirtió en el héroe mientras quería lanzar infructuosamente a su hijo Kane (¿te suena de algo, Will Smith?). Para la tercera entrega, “Ninja III: la dominación” (1984), Kosugi apareció en la última media hora para derrotar el espíritu de un ninja malvado que había poseído a una chica. El film mezcla elementos de “El exorcista” con momentazos como cuando a la chica casi se la traga su armario, ¿les suena?. Queda claro que en la Cannon sentían un total desprecio por la continuidad, como los cómics de DC.

El siguiente paso de la Cannon fue unirse al que sería uno de los pilares de la compañía, Charles Bronson. Coprodujeron la segunda aventura del arquitecto justiciero Paul Kersey, “Yo soy la justicia” (1982). En Paramount no le veían más futuro a las andanzas de Kersey, pero en la Cannon sí. Esta manía de comprar derechos de sagas moribundas sería una constante en su historia. El futuro de la saga pasó por darle el “toque Cannon”; esto no era otra cosa que aumentar el nivel de facherío y violencia a niveles risibles. A partir de ahora Bronson limpiaría las calles a bazokazo limpio si hacía falta como en “El justiciero de la noche” (1985), pues como debe ser. A mí me gustaría hacer lo mismo en un concierto de Pitbull o Abraham Mateo. El por qué llamaron en nuestro país a la peli “El justiciero de la noche” cuando es más diurna que sus predecesoras es de esas preguntas que me temo que no tienen respuesta.
En esta primera etapa se dedicaron a picar de allí y allá, sacando comedietas como “El último americano virgen” -1982- (que no deja der ser una especie de remake de “Polo de limón”); pelis insulsas de aventuras (“La dama perversa” -1983- ) y distribuyendo basuras “top” como “El tesoro de las cuatro coronas” (1983), aventuras italianas a lo Indiana Jones en 3D y con Ana Obregón (sí, Ana Obregón y 3D juntos, el horror); “El desafío de Hércules” (1983) o cómo Luigi Cozzi convirtió al mítico héroe griego en una explotation de “Conan” para mayor gloria de Lou Ferrigno y Sybil Danning; y la multiganadora de los Razzies “Bolero” -1984- , con John Derek mostrándonos lo buena que estaba su señora Bo acompañada de Ana Obregón.
A estas alturas ya ha quedado claro que Golam-Globus tenían mal gusto, peor criterio y aun peor olfato comercial.

1984 fue el año del despegue. Y eso que la cosa no empezó bien pues produjeron “El caballero verde”. En otro alarde de visión comercial, adaptaron esta historia artúrica con la misma dosis de emoción que las Páginas Amarillas y llenaron el reparto con viejas glorias como Trevor Howard y Peter Cushing, le sumaron un Sean Connery en horas más bajas que la valoración de los políticos y para hacer del prota, Sir Gawain, el director quería a Mark Hamill.  La Cannon, como si fueran los Charlotte Bobcats, en vez de fichar a Luke Skywalker ficharon a… Ator. Sí, Miles O’Keeffe y su inenarrable peluca fueron la cabeza de cartel por lo que no es de extrañar la hostia que se dieron en taquilla.
Pero el éxito estaba a la vuelta de la esquina. Y no lo consiguieron con ninjas, justicieros urbanos o héroes medievales. La clave estaba en darle a la muchachada aquello que estaba de moda y así nació “Breakin’”. La peli narraba la historia de una chica y dos chicos, que tras conocerse descubrieron su pasión común por el breakdance. Aunque vista hoy la película da cosa, fue el mayor triunfo del estudio. Costó poco más de 1 millón de dólares y recaudó en EEUU 38 millones, lo mismo que “Terminator”; y acabó en el “top 20” del año en la taquilla americana. Si el dato es bueno o malo lo dejo a su criterio.

Lo mejor es que generó una rápida secuela que posee el mejor título de la historia del cine, “Breakin’: Electric Boogaloo”. En ella, la protagonista que en la primera parte trabajaba en un restaurante de comida rápida y conducía una tartana, ahora es hija de un millonario. También mantiene una relación con uno de sus dos amigos de “Breakin’”, algo que ni se insinuaba en la misma. Su amigo gay desapareció de escena (un sueldo menos) y al otro protagonista, le buscaron una novia latina (por aquello de la diversidad cultural) con una voz en VO que recomiendo escuchar. La escena cumbre es cuando los protas montan un número de baile en un hospital, quirófano incluido en medio de una operación. En definitiva, obra maestra.
Pero el gran acontecimiento del año Cannon fue la unión con un actor marcial, de barba cerrada, rostro inexpresivo y con una ideología que convierte a Intereconomía en un canal de sucios perroflautas comunistas. La Cannon decidió que la guerra del Vietnam no había acabado y para acabarla mandaron allí a Chuck Norris, que estaba “Desaparecido en combate”. Rodaron dos películas simultáneamente que debían estrenarse en orden cronológico: primero Braddock las pasaba putas en un campo de prisioneros vietmanita; y luego, de vuelta a casa, sería enviado a Vietnam para liberar a sus compañeros.
Pero Stallone empezó a rodar “Rambo” y la Cannon dio prioridad a la aventura de rescate de Braddock y así, la que iba a ser la segunda parte se convirtió en “Desaparecido en combate” y la que iba a ser la primera pasó a ser “Desaparecido en combate 2”. Vamos que es una secuela que en realidad es una precuela. Eso es un regate y no lo que le hizo Romario a Alkorta.

Como los resultados en taquilla fueron buenos, la unión Cannon-Chuck siguió dejando joyas como “Invasión USA” (1985), con Chuck frenando una invasión de terroristas comunistas liderados por el gran Richard Lynch; “Delta Force” (1986), un remake encubierto y pasado de rosca de “Operación Relámpago” con un reparto que alternaba con total naturalidad a ganadores del Oscar como Lee Marvin, George Kennedy, Martin Balsam o Shelley Winters, con aportaciones europeas como Hanna Schygulla y Bo Svensson y para hacer de villano a todo un superviviente de la serie B como Robert Foster; y “El templo del oro” (1986), con Chuck haciendo de Indy porque matar comunistas, palestinos y vietnamitas también cansa.
En esos años de esplendor, la Cannon reveló un plan maligno que amenazaba con cambiar la humanidad, ganar el Festival de Cannes. Se pusieron a ello espoleados por los alemanes, que en 1984 le dieron el Oso de Oro a “Corrientes de amor”, la cinta que le produjeron al Cassavettes. Ese mismo año presentaron “Los amantes de María” de Andrei Konchalovsky a Venecia y obtuvieron buenas críticas.


En ese infructuoso asalto a la Palma de Oro usaron “El tren del infierno” (1985), la mejor película de la compañía y con la que obtuvieron tres nominaciones al Oscar y un Globo de Oro para Jon Voight. Detrás de la cámara estaba otra vez Konchalovsky, el ruso aportó a la Cannon sus dos mejores obras. No está mal de un tipo que luego dirigiría “Tango & Cash”. Por Cannes también pasaron con “Locos de Amor” (1985) de Robert Altman; “Otello” (1986) de Franco Zefirelli, que era una ópera filmada con Plácido Domingo; y “Vidas distantes” (1987) otra vez con Konchalovsky y un resultado bastante digno.
En medio de esa vorágine festivalera a nuestros primos favoritos se les acerco uno de los mayores vividores de la historia del cine, Jean Luc Goddard. Como buen vendemotos que es, consiguió un contrato para filmar una versión de “El Rey Lear”. Al igual que el primer contrato de Messi, dicho contrato se firmó en una servilleta, pero el resultado fue totalmente contrario. Goddard se pasó la obra de Shakespeare por la huevada y contó un rollo futurista post-Chenobyl que no servía ni para presentarla a Cannes.
No todo fue fracasar, el momento álgido de la Cannon se produjo en 1986, cuando la cinta holandesa “El asalto”, que ellos distribuían, se llevó el Oscar a la Mejor Película de Habla no Inglesa. Fue un triunfo menor e indirecto, pero algo es algo.

Pero volvamos a la esencia de la Cannon. Era el turno de explotar el filón de Indiana Jones y dieron luz verde a hacer una nueva adaptación (por decir algo) de “Las minas del Rey Salomón” (1985). Allan Quatermain volvía con el rostro de Richard Chamberlain y con la compañía de una Sharon Stone pre-cruce de piernas pero que ya iba de diva por el rodaje. Cuentan las malas lenguas que por ello sufrió una “lluvia dorada” indirecta por parte de la mitad del equipo de rodaje. Vamos, que antes de rodar la escena de la olla gigante se le mearon en el agua.
El director fue J. Lee Thompson, en su día nominado al Oscar por “Los cañones de Navarone” (1961) y que, tras su participación en las infames secuelas de la saga simiesca, se dedicó en los 80 a pegarse cual garrapata a Charles Bronson para asegurar su puente a la jubilación. Otros han hecho cosas peores con el mismo fin, mirad a Mercedes Milá.
En otra muestra de innovación, la cinta anterior y su secuela, “Allan Quatermain y la ciudad perdida del oro”, fueron rodadas seguidas pero con dos directores diferentes. La secuela la hizo Gary Nelson, el hombre que metió a la Disney en el abismo negro con el ídem.
Y ahí seguían, sacando cosas como la secuela de “La matanza de Texas” (1986) e intentando  que nos familiarizáramos con los ninjas. En esta segunda intentona ninja impulsaron la carrera de otro ‘action hero’ de rastrillo, Michael Dudikoff  con “El guerrero americano” (1985), siendo eclipsado por el carisma de su compañero de cartel, el gran y malogrado Steve James. En el cartel de la película se leía esta frase: “el arte más mortal de oriente, ahora está en manos de un americano”, en el que es el mejor tagline de la historia del cine desde el de “Alien” (1979).

En su afán de diversificar, la Cannon se lanzó a producir películas infantiles. Si luchar por la Palma de Oro era raro, este giro era un doble mortal hacia atrás y con tirabuzón. Con el nombre de Cannon Movie Tales sacaron “Rumpelstiltskin”, “Blancanieves”, “La bella y la bestia” y así hasta nueve entregas de la dieciséis previstas, por lo que no es difícil de deducir que la aventura infantil fue un fracaso.

En 1985 compraron los derechos de la novela “Vampiros del Espacio” y la transformaron en “Fuerza Vital” con Tobe Hopper al mando. Publicitada a bombo y platillo fue un fracaso considerable a pesar de tener a Mathilda May todo el metraje en bolas. En vez de tomar nota de ello y relajarse, decidieron embarcarse en superproducciones en una idea tan audaz como ir de drag queen en el Valle de los Caídos un 20-N.

En 1987 la Cannon puso en marcha cuatro proyectos importantes y que fueron un sonoro fracaso. Al menos tres de ellos, porque el cuarto ni se llegó a rodar.
La Cannon había co-producido “Cobra” (1986), un éxito mediano de Sly. A Golan su trozo de tarta le pareció pequeño y se propuso rodar un éxito con el potro italiano en exclusiva. Y entonces cayó la primera ficha del dominó.
Stallone que no se fiaba nada de los “Go-go Boys” (apodo que les pusieron en Hollywood a Golan-Globus por su peligrosa tendencia a dar luz verde a cualquier proyecto mínimamente viable) y a cambio de firmar con ellos pidió un sueldazo (12 millones de dólares, “Depredador” –del mismo año-  costó 15). Golan estaba tan obsesionado que le dijo que sí a Sly en todo y además dirigió personalmente la película para que Stallone viera que el estudio estaba implicado a tope y de paso se ahorraba el sueldo del director, ya que Sly quería imponer a John G. Avildsen o a George Pan Cosmatos. Otra condición de Sly era que se rodara un guión suyo y de Stirling Silliphant, el hombre cuya discusión con el vendedor de fertilizantes Harold P. Warren dio lugar al film “Manos, The Hands of Fate” (1966), una de las pelis más chungas de la historia.


Así nació “Yo, el halcón”, que no es otra cosa que un “Rocky” camionero que se dedica a los torneos de pulsos con historia paterno-filial al fondo. Resultado: hostia terrible. Con la sangre saliendo a borbotones por la herida, la Cannon se la jugaba en los dos (en realidad, tres) grandes proyectos que tenían en marcha.
En su sana costumbre de comprar franquicias moribundas, le compraron a los Salkind los derechos de Superman. Los Salkind, tras “Superman III” y “Supergirl”, veían que las aventuras kryptonianas no daban más de sí. Pero Golan-Globus eran de los que tenían la temeraria e insana manía de abrir las puertas a cabezazos.

Contrataron al reparto original, tampoco les costó mucho dada la famosa voluntad mercenaria de Gene Hackman, el desorden mental de Margot Kidder y a Christopher Reeve le prometieron financiarle la pasable “El reportero de la calle 42” (1987). En cuanto al director, los dos Richard (Donner y Lester) dijeron: “no puedo, es que he medio quedado”. Y así cayó en manos de Sidney J. Furie.

De todos modos, había un pequeño problema sin importancia, faltaba la pasta para rodarla. Así se explican los lamentable efectos especiales (reconstrucción de Muralla China con rayos láser en todo lo alto) y que el guión original, que contemplaba la lucha de Superman con un clon, se transformara en una pelea casi barriobajera contra un hombre nuclear de rubia melena y porte gayer. Y a la vista de algunas escenas eliminadas que han visto la luz, la cosa pudo ser peor. Otro fracaso y todo pendiente del Príncipe de Eternia.

La tercera bala era una peli basada en los juguetes de Mattel “Masters del Universo”. Los Masters tuvieron el mérito de hacerse un hueco en la infancia ochentena pese a ser concebidos inicialmente como merchandising de “Conan, el bárbaro” (1982). Pero Mattel al ver la peli de John Millius, se desmarcaron del asunto, lo suavizaron y convirtieron a Conan en el ambiguo He-Man con su melenita rubia.
La fiebre de los Masters ya había pasado pero como el hombre es un animal de costumbres ahí llegó la Cannon para hacer la película. Tarde y mal, como Zubi fichando centrales.

El reparto tenía su aquel: Dolph Lundgren parecía un buen He-Man, Frank Langella era (y es) un actor muy solvente (Skeletor es uno de sus papeles preferidos); por el lado femenino estaban Chelsea Field y su culo (me alegro por Scott Bakula) y Meg Foster (con sus ojos-pecera) además de Christina Pickles y Courteney Cox unos años antes de ser madre e hija en “Friends”. Y también teníamos un gran secundario ochentero como James Tolkan. ¿Qué pasó?.
Pues qué la película era pobre en todos los sentidos. Como no había dinero para reproducir Eternia recurrieron al viejo truco de traerlos a la Tierra. Tampoco daba para hacer a Orko (que en realidad era propiedad de la Filmation y no de Mattel), pero como no podían renunciar al alivio cómico se inventaron a un enano peludo llamado Gwildor para hacer de caricato. La situación económica era tan chunga que algunos actores (Tolkan entre ellos) tuvieron que poner pasta de su bolsillo para acabarla.
De esta serie de fracasos que mataron a la Cannon, “Masters del Universo” es la más soportable pero tampoco recomendable. El fracaso comercial dejaba a la Cannon con un pie en el abismo y con el otro en el borde, pero de puntillas.
Lo curioso es que la confianza en la cinta era tal que tras los créditos Skeletor nos anunciaba que volvería y ya tenían en marcha varios aspectos de la pre-producción de la secuela. Todo ese material caía en el olvido. De momento.
Pero falta una cuarta superproducción, la puñalada invisible, el mayor “What…if” de la historia del cine (olvidaos de Tom Selleck e Indiana Jones). Llegamos al “Spider-Man” de Albert Pyun.


La Cannon compró a Marvel los derechos de Capitán América y Spider-Man. El primer director iba a ser Tobe Hopper, que andaba enfrascado en otros proyectos de la compañía; Joseph Zito (Josecito para los amigos) le relevó, que quería contar con un stunt, un tal Scott Leva, como Peter Parker; Bob Hoskins iba a ser el villano (luego pasaría a ser el Dr. Octopus en otra reescritura); Lauren Bacall o Katharne Hepburn como la tía May (gracias a Dios que no). Como si fuera Míchel, también sonó Tom Cruise para el papel de Peter.

 Zito se encontró con un guión demencial. Aprovechando el éxito de “La mosca” del Cronenberg, se pensó en trasformar a Peter Parker en una tarántula gigante que lucharía contra un científico creador de animales mutantes que quería dominar el mundo. Los gritos de Stan Lee todavía retumban por toda California. Lee propuso un guión más decente pero irrealizable tecnológica y económicamente hablando. Con el presupuesto menguando a cada semana que pasaba entra en escena el temible y entrañable Albert Pyun. El director hawaiano dotado de su peculiar sentido de la épica, tenía en manos una idea más estándar, lo que es de agradecer en un hombre obsesionado con las crucifixiones y los cyborgs con dominio del Kick-boxing, que era enfrentar al trepamuros con el Lagarto y tenían en marcha varios aspectos de la pre-producción. Todo ese material caía en el olvido. De momento.
El proyecto nunca vio la luz. Todo esto no sería grave si no fuera porque la Cannon ya había vendido la película a los distribuidores antes de hacer. Ese dinero lo querían para tapar los agujeros que había creado su contabilidad creativa (más aún que la de la central nuclear de Springfield), esperando que el éxito de las tres pelis comentadas antes ayudara a financiar “Spider-Man”.

El tiempo pasó, los derechos Marvel caducaron, los distribuidores que pagaron preguntaron “¿y qué hay de lo mío?” y la Cannon tenía menos liquidez que un equipo de Segunda B.
Pero ya sólo les quedaba soltar lastre con el nombre de “El guerrero americano III”, “Alien from L.A.” o “Desparecido en combate III”.
Con el fracaso y los acreedores aporreando su puerta, todavía les dio tiempo para lanzar una película de culto entre los fans del cine chungo y a otra nueva estrella del cine de acción.

Como las películas de bárbaros estaban en decadencia, dieron luz verde, como no, a una peli a mayor gloria de los hermanos Paul. Dos gemelos con la masa muscular inversamente proporcional a su cerebro y mullets estratosféricos. Así nació “Los bárbaros” -1987- (a la que toda una generación rebautizamos como “Los hermanos bárbaros”).

¿Por qué es de culto?. Para mí lo es por la escena en la que uno de los Paul rompe una cuerda con la fuerza de su cuello, porque Richard Lynch es el villano y porque es inquietante pensar qué se les pasó por la cabeza a Golan-Globus para contratar como director a Ruggero Deodato, el de “Holocausto caníbal” (1980).
Un buen día un joven belga dio con Golan y sin mediar palabra levantó su pierna hasta ponerle la suela del zapato a medio centímetro de la cara. Hay diversas teorías sobre dónde fue tal acontecimiento, unos lo sitúan en la calle, otros en el despacho de Golan y otros en un restaurante. Esa duda es el material con que se forjan las leyendas. El caso es que Golan quedó impresionado ante tamaña muestra de talento interpretativo y así surgió “Contacto sangriento” (1988), el primer papel protagónico de Jean Claude Van Damme. Como ven, el nivel de exigencia de Golan es el mismo que el de un ligue a las 5 de la mañana.

La unión Van Damme-Cannon tuvo continuidad de la mano de Albert Pyun. ¿Se acurden del material no utilizado de “Masters 2” y “Spider-Man”?. Pues Pyun lo cogió, lo recicló y lo transformó en “Cyborg”. Sin saberlo Pyun, Van Damme y cía estaban haciendo historia porque “Cyborg” fue la última película de la Cannon en la era Golan-Globus. La peli costó 500.000$ y recaudó 10 millones.

Eso era pan para hoy y hambre para mañana. En ese momento, el distanciamiento entre los primos era tan grande, o más, que el agujero económico del estudio. Como suele pasar en estos casos, el uno acuso el otro de la mala gestión y, como suele pasar en estos casos, ambos eran responsables al 50-50. El estudio acabó bajo investigación estatal ante tanto trapiche. Globus se quedó con la Cannon y se buscó unos socios europeos y Golan montó la 21st Century Films.
Globus decidió relanzar la Cannon haciendo un film sobre el baile de moda, al estilo “Breakin’”. Sólo que la moda ahora era peor, llega la lambada. Registró la palabra “Lambada” y tiró p’alante, nacía “Lambada, fuego en el cuerpo” (1990).
Golan, por su parte, compró los derechos de la canción porque “la canción representa el verdadero espíritu de la lambada, más que la propia palabra” Golan dixit. Olfato comercial poco pero como tocahuevos no tenía rival. Y así nació “Lambada, el baile prohibido” (1990).

Se inició una carrera absurda para ver quien estrenaba antes. Más absurdo fue el final porque ambas se estrenaron el mismo día con resultados penosos. Las dos películas son evitables si se quiere gozar de buena salud mental, pero para reírse es mejor “El baile prohibido”. El guión es un “WTF?” de principio a fin, y ver a Richard Lynch bailando lambada con Laura Harring no tiene precio.


Con su nueva compañía, Golan produjo una versión de “El fantasma de la ópera” (1989) con Robert Englund de prota; el digno remake de “La noche de los muertos vivientes” (1990) dirigido por Tom Savini; le dio el gusto a Pyun de intentar resarcirse de lo de “Spider-Man” al dirigir “Capitán América” (1990), cinta que se tuvo que montar sin terminar porque se acabó el presupuesto a falta de diez días para acabar el rodaje; y puso a arrastrarse a Charles Bronson/Paul Kersey en la quinta y telefílmica entrega del justiciero, “El rostro de la muerte” (1994). La 21st Century Film cerró en 1996 pero Golan siguió produciendo y dirigiendo ya entrado este siglo. Su último film como director fue una versión de “Crimen y castigo” (2002) protagoniza por Crispin Glover, Vanessa Redgrave y John Hurt.

En cuanto a la relación con su primo, pues finalmente hicieron las paces y llegaron a coproducir alguna película en su país. Es la mejor forma de acabar la historia de un hombre que amaba el cine, pero que no tenía talento para producirlo. Pero con acierto o sin acierto, Golan y su primo hicieron cine y a mí, personalmente, me han dado horas de entretenimiento y risas (casi nunca intencionadas).
Eternamente agradecido y descanse en paz.

Rayco.