¡No! Pensé. ¡Esto
es imposible! Tenía que ser demencia paranoide. ¡Mi miedo a que engancharan en
el último momento se había hecho tan intenso que oía voces imaginarias! El sol
que se filtraba por el ventanal había hecho hervir el ácido en mi cerebro; una
inmensa burbuja de drogas había roto una débil vena en mi lóbulo frontal.
Hunter S.
Thompson
Autor: Hunter S. Thompson
Editorial: Anagrama
Colección: Compactos
Género: Narrativa
Edición: Rústica
Año Publicación: 2012
Precedido por una nota introductoria del autor
—en la que, con su característico sarcasmo, contempla la posibilidad de abrir
el balcón de las oficinas en las que se encuentra trabajando para arrojarse al
vacío—, La gran caza del tiburón reúne una serie de artículos
publicados durante los años 60/70 en medios como Playboy Magazine, Rolling
Stone, Scanlan’s Monthly, National Observer y Paegan. De
unos sobrios inicios nada provocadores, conforme pasan los años, su estilo se
depura hasta alcanzar la prosa burlesca, brutal y alucinatoria en la que el
propio Thompson es el protagonista absoluto de la trama. El “Nuevo Periodismo”
o “Periodismo Gonzo” había llegado para conseguir hacerse un hueco en la
historia de la literatura moderna.
Aunque el autor vivió toda su vida en una
cabaña situada en las montañas de Colorado, fue un verdadero trotamundos que no
tenía el menor inconveniente en viajar a lo largo y ancho de Estados Unidos
para conseguir un buen artículo. Un instinto infalible lo hacía elegir las
noticias más descabelladas, personajes extravagantes y eventos sociales o
políticos que ningún compañero de profesión se atrevería a cubrir por miedo a
terminar en la cuneta. Si durante el proceso quedaban por pagar facturas de hoteles,
coches de alquiler destrozados, dietas exageradas de bebidas alcohólicas y
deudas a los camellos de rigor, simplemente se trataban de gajes del oficio. La
mejor alternativa era hacer las maletas cuanto antes y desaparecer por la
salida de emergencia con discreción.
Huelga decir que las “pequeñas” excentricidades
de Thompson —su caótico modo de actuar, los daños y perjuicios causados por una
serie de juergas infernales, la tardanza en entregar los artículos prometidos,
la propensión a hinchar cualquier cuenta de gastos que pusieran a su alcance—
no agradaban a los directores de los periódicos para los que trabajaba de forma
independiente. De hecho, Rolling Stone —que alcanzó parte de
su éxito gracias a los reportajes del autor— no dudó en ponerlo de patitas en
la calle por los incidentes mencionados. En la actualidad se enorgullecen de su
trabajo y lo aclaman como un visionario que cambió las reglas del mundo
periodístico. Ironías de la vida, sin duda alguna.
“La gran caza del tiburón” es una de las
mejores historias escritas por Thompson. Contratado por Playboy para
cubrir un famoso torneo de pesca situado en Yucatán entre grandes deportistas,
multimillonarios y lujosos yates, el trabajo no es más que una excusa para
noches de excesos, cocaína a mansalva y, cuando todo se ha ido por el retrete,
huir del país con una ingestión de ácido que convierte el viaje en una
pesadilla surrealista de tintes dantescos. No era cuestión de desperdiciar las
drogas que tanto capital habían costado; la mejor opción era meterse la mayor
cantidad posible entre pecho y espalda y apechugar con las consecuencias.
“Algo está fraguándose en Aztlan” trata sobre
el asesinato del reportero Rubén Salazar a manos del departamento de policía de
Los Ángeles. Debido a la gravedad del asunto, el autor se muestra comedido
durante toda la narración en la que desgrana los conflictos raciales de la
época, el abuso de poder por parte de las autoridades y la corrupción policíaca
que hace lo imposible por ocultar la orden de eliminar a sangre fría a un
periodista conflictivo que les daba grandes quebraderos de cabeza.
“En las tentaciones de Jean-Claude Killy”
Thompson pulveriza sin piedad al otrora campeón del mundo de esquí que, después
de abandonar el mundo deportivo cuando se encontraba en la cima, se dedica a
amasar una obscena fortuna gracias a su fama como figura pública, piloto de
carreras y empresario. Un hombrecillo ridículo, pagado de sí mismo, arrogante y
obsesionado con el dinero hasta límites insoportables. Nuevamente, el artículo
fue rechazado hasta que el autor logró venderlo a otra revista. Algunos
directores tenían los estómagos demasiado sensibles ante tanta crudeza, mala
leche y descaro.
Aparte de Killy, otras figuras famosas como
Hemingway (el autor investiga los motivos que lo llevaron a vivir sus últimos
días en un pueblo remoto apartado de la civilización) o Marlon Brando (su
frustrado intento de apoyar a los indios norteamericanos en una manifestación)
también tienen cabida en la obra. Y, por último, “Poder freak en
las Rocosas” es otra joya que narra las vivencias de Thompson cuando decide
presentar su candidatura para sheriff en Woody Creek. Su pintoresco programa se
mostraba a favor de la legalización de las drogas, impedir la caza a aquellos que
no habitaran en el lugar y prohibir a las grandes constructoras destrozar el
medio ambiente, entre otras lindezas. Cabe destacar la lucha en las urnas, el
horror de las autoridades y la mala publicidad de otros candidatos que poco
menos lo consideraban un lunático. Toda la cultura marginal de la zona
(moteros, hippies, jóvenes desarraigados, etc) decidió darle su
voto y, aunque sea difícil de creer, perdió por muy pocos puntos ante sus
adversarios.
Como colofón para los no iniciados:
Se controlará la venta de drogas. Lo primero
que haré como sheriff será instalar en el patio del juzgado, un tablado de
castigo con una serie de palos de diverso tamaño, para castigar adecuada y
públicamente a los traficantes inmorales.
Nadie podrá acusar a Hunter S. Thompson de
pecar de poca originalidad.
SOBRE EL AUTOR:
Alexis Brito Delgado nació en Tenerife en 1980. Autor de las novelas “Soldado de fortuna: Las aventuras de Konrad Stark” (Dlorean Ediciones, 2013) y “Gravity Grave” (Palabras de agua, 2014).
Twitter: https://twitter.com/starkbrito
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