martes, 24 de agosto de 2010

RECUERDOS DE ORO: POR FRANCISCO JOSÉ PÉREZ AGUILAR

El sexto autor invitado es nuestro lector Francisco José Pérez Aguilar.
RECUERDOS DE ORO: POR FRANCISCO JOSÉ PÉREZ AGUILAR:
Decía el poeta “mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla…”. Yo no soy de Sevilla, pero mi pueblo queda a 60 Km en la provincia de Huelva. Mi infancia son recuerdos de patio de colegio, de tardes de televisión todavía en blanco y negro cuando yo era un privilegiado que tenía una y algunos vecinos venían a mi casa a verla, y juegos en la calle con una bicicleta que hacía ese ruido característico al sonar el naipe cogido con una pinza de la ropa y metido entre los radios de la rueda. Los platillos, los cinco chinos, las bolas, el trigo molino,… juegos que hoy día se han perdido pero que nos ayudaban a hacer amistades más allá de las fronteras de nuestro barrio al hacer competiciones entre nosotros.

Del blanco y negro de la tele recuerdo poco, vagamente el partido de fútbol con Yugoslavia (creo) que nos dio pie a entrar en no se donde (se nota que no me gusta el fútbol), algún “Estudio 1”,”Un, dos, tres” con Don Cicuta; yo vi la teta de Rocío Jurado en “Directísimo” y de dibujos animados se veía poco: “La pantera rosa”, “Pixie y Dixie” con el gato andaluz, “Superraton” para mineralizarme y vitaminarme y los de la Warner, aquellos del Pato Lucas, Bugs Bunny y todos sus amigos.

Fue pasando el tiempo y llegó el 82 con su Mundial a cuestas y el boom (con el pretexto del Mundial) de los televisores a color. En eso mi padre fue de los primeros y recuerdo que lo primero que vi en color fue el capítulo de “Naranjito”; era otro mundo aunque la gitana y el toro siguiera encima del televisor. A partir de ahí mis recuerdos son más nítidos (aunque os aburriría con los de antes) y mi vida se intensifica por estar en el instituto y mantener una vida social más intensa.

Llegaba del instituto y me zampaba un bocadillo de mantequilla con queso y un vaso de leche al ritmo de “Puesta a Punto”, “El libro gordo de Petete” antes de irme a los salones de videojuegos (que eran lo máximo) a matar marcianitos a golpe de monedas de 5 pesetas. El haber sido de la generación que comenzó a jugar a videojuegos me enorgullece, aunque reconozco que también jugaba a los futbolines y al billar.

Al crecer los gustos cambiaban (el ver dibujos no se me ha quitado) y veía otras cosas increíbles que iban surgiendo en la pantalla: “La bola de cristal” (insuperable por siempre jamás), “Tocata” con su juventud baila, “Gente Joven” donde participaron unos amigos míos, “las Nocheviejas de la tele”; y sobre todo las series: “La Casa de la pradera”, “Autopista al cielo”, “Los hombres de Harrelson”, “Starsky y Hutch”, “El equipo A”, “MacGyver”, “El coche fantástico” y tantas otras americanas mezcladas con algunas españolas que no desmerecían como “Anillos de oro”, “Turno de oficio”, “Curro Jimenez” y por supuesto “Verano azul”.

Ni que decir tiene que el plato fuerte siempre era para los niños y la juventud, la tarde de los sábados con “Heidi”, “Marco”, “El perro de Flandes”, “Don Quijote de la Mancha”, “Ruy, el pequeño Cid”, “Banner y Flapy”, “La abeja Maya”, “Pippi Calzaslargas” y mi querido e incombustible a día de hoy “Mazinger Z”. Había más series, pero sería largo de contar.

Todo mezclado con ese “Sábado Cine” espectacular lleno de películas clásicas, en su mayoría del Oeste y de romanos conquistando el mundo antiguo; sin olvidar que lo clásico era poner en Semana Santa “Jesús de Nazaret” (1977) y “Ben-Hur” (1959), y en Navidad “Rey de reyes” (1961) junto a algún clásico americano del tipo “Mujercitas” (1949).

Las tardes venían dadas por la música con el ya referido “Tocata” y “La edad de oro” para pasar a la noche con los programas de entrevistas y música en directo.

Y todo sin mando a distancia y solo dos canales; creo que si quitáramos el 90% de los canales que existen hoy en día y obligáramos a nuestros hijos a salir a jugar a las plazas viviríamos mejor y llegaríamos a ser mejor personas porque nos relacionaríamos de verdad, no virtualmente como estamos acostumbrados hoy en día. Pero esa es mi reflexión, no la de la mayoría. No soy de los que piensan que cualquier tiempo pasado fue mejor ni vivo en el pasado, pero nadie me puede quitar el mirar hacia atrás en mi tiempo y recordar lo feliz que he sido luchando por mi vida y los momentos vividos junto a mis seres queridos y mis amigos sin hacerme falta nada más que la ilusión de un niño por jugar en la calle, por venir a mi casa lleno de tierra, mojado por la lluvia o con los pantalones verdes de revolcarme en la hierba, ir al arroyo a coger renacuajos y criarlos hasta hacerlos ranas que soltaba otra vez, comer vinagreras o dar una calada a un “puro” de campo y toser como un cosaco, y por que no admitirlo: chupar de la botella de vinagre cuando mi madre me mandaba a la bodega. He sido niño y pretendo seguir siéndolo aunque mi cuerpo haya crecido y mi mente sea adulta, el día que mate a mi niño interior, estaré muerto como persona. No olvidéis nunca quienes fuisteis los que seáis mayores, y los jóvenes vivid la vida con ilusión porque si no mañana no tendréis recuerdos que escribir en blogs como éste de Alex. Ha sido un honor compartir mis recuerdos con vosotros y un saludo de un cuarentón que todavía juega con pantalones cortos, con los calcetines subidos y una cartera con unos pocos libros y una libreta.
FRANCISCO JOSÉ PÉREZ AGUILAR.

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