Nuestro cuarto autor invitado es Miguel Ángel Fuertes (Madrid, 1957), animador que ha trabajado en las series "Los Picapiedra", "Lucky Luke", "Los trotamúsicos" o "El Conde Duckula". En la gran pantalla ha colaborado en películas como "La fuga de los Dalton" (1983), "Katy, la oruga" (1984), "Peraustrínia 2004" (1990), "Fievel va al oeste" (1991), "Rex, un dinosaurio en Nueva York" (1993), "Casper" (1995), "Balto, la leyenda del perro esquimal" (1995), "Dragonheart" (1996) de Rob Cohen, "El mundo perdido" (1997), "Star Wars. Episodio 1: La amenaza fantasma" (1999), "El regreso de la momia" (2001), "Hombres de negro 2" (2002), "Hulk" (2003), "Van Helsing" (2004), "Happy Feet" (2006), "La saga Crepúsculo: Luna nueva" (2009), "Avatar" (2009), "La saga Crepúsculo: Eclipse" (2010), "Futbolín" (2013) o "Iron Man 3" (2013).
RECUERDOS DE ORO: POR MIGUEL ÁNGEL FUERTES:
Mi primer encuentro con el cine fue a través de la televisión, que era la única pantalla de cine en casa que se podían permitir algunos de nuestros padres. Los aparatos eran en blanco y negro, pero a nosotros no nos importaba, porque creo que vivimos un tiempo en el que se hacían las mejores series, exceptuando el actual. Prueba de ello es que: “El Prisionero”, “Perdidos en el Espacio”, “Jim West”, “Los Vengadores”, o “Misión Imposible”, han vuelto a ver la luz con mayor o menor éxito, pero intentando recuperar esa época dorada. Después salieron las pantallas de plástico de tres colores
que se acoplaban a la pantalla para tener la sensación de estar viendo la
programación en color. Azul para el cielo, color carne en la banda media y creo
que verde o marrón en la inferior.
Lo primero que recuerdo haber visto en mi
vida, fue el segmento de “El aprendiz de brujo” de “Fantasía” (1940). Después,
episodios de “Bonanza”, “El Hombre del Rifle” y “Jim West” donde un
malvado creaba una poción que, al tomársela, aceleraba el tiempo, y el resto
del mundo se congelaba, mientras él cometía fechorías. O el episodio del
terremoto de San Francisco, provocado por un diapasón gigante. O aquél otro –
en el que un jovencísimo Robert Culp tenía una mano con dedos de cristal, episodio 37 de “Rumbo a lo Desconocido”, que unos alienígenas intentaban robarle
por contener valiosa información, ya que él era un robot que estaba a cargo de
preservar la humanidad de ser destruida, y la única mujer superviviente
del planeta de la que se enamora, la deja horrorizada al descubrir que él
era una máquina. Eran series audaces, en las que todo era posible. La
imaginación era tremenda, y la ciencia-ficción de la mejor – a pesar de la
falta de medios.
La primera película que creo recordar
haber visto en el cine con mis padres fue: “Aunque la Hormona se vista de
Seda...” (1971), de Manuel Summers, que aunque no de ciencia-ficción, era de lo más
ciencia-ficción que se podía hacer en España en aquél momento… pero espera…
había otra película que me viene a la memoria del robot de las galletas
Cuétara. No sé qué era… quizá un anuncio de una hora y media, pero aún veo al
robot en la sala del cine repartiendo galletas a los niños, – y me
refiero a las de comer. Esa fue una de las muchas veces en que la realidad
mordió con las mandíbulas de la decepción a mi fantasía, cuando vi entre
las ranuras del traje de hojalata, la mancha de sudor de las axilas en la
camisa que llevaba el pobre hombre que estaba dentro del traje robótico.
Luego llegó el CINERAMA. La técnica
de cine más espectacular que he visto en mi vida. El IMAX es un substituto,
pero a no ser que pongan otras dos pantallas a cada lado de la que ya hay, no
van a conseguir sorprenderme como lo consiguió CINERAMA. Tres pantallas,
señores, tres… tres películas de 35 mm cada una proyectadas una al lado de la
otra. Es-pec-ta-cu-lar. Ví muchas películas así, y me imaginé cómo sería el
cine del futuro, si ya en aquella época hasta se estrenaban películas
experimentales con olores.
Os imagináis "2001" en Super Panavision 70 en CINERAMA?... no, no creo que podáis. Pero era una técnica cara, ya que requería rodar con tres cámaras sincronizadas, en las que la película podía romperse en una de ellas, y pronto desapareció o fue sustituida por lentes anamórficas que hacían las veces. El cine que hay en
Madrid que proyectaba en ese formato sigue
cerrado desde entonces, como si fuera el cadáver de un inmenso dragón al que la
gente ha olvidado y sólo unos pocos vimos volar. Ahora es parte de los
edificios que forman la decoración de Madrid. Un monolito silencioso a la
muerte de la espectacularidad y la imaginación. Os imagináis "2001" en Super Panavision 70 en CINERAMA?... no, no creo que podáis. Pero era una técnica cara, ya que requería rodar con tres cámaras sincronizadas, en las que la película podía romperse en una de ellas, y pronto desapareció o fue sustituida por lentes anamórficas que hacían las veces. El cine que hay en
Pero no está todo perdido, estamos
en otra época dorada que será recordada por muchos, ya que las nuevas
tecnologías, las grandes pantallas – y televisión – , el 3D y los magníficos
guiones – me refiero a los televisivos –, están haciéndome volver a aquella
época de antes que me mordiera la cruel realidad del robot de las galletas
Cuétara.
© Miguel A. Fuertes.
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