martes, 17 de abril de 2018

ENTREVISTA A SILVIA MARSÓ "NO BUSCO LA RENTABILIDAD DEL TEATRO, SINO HACER ARTE QUE ME APORTE, Y AL MISMO TIEMPO, NO PERDER LA CAMISA"



El 5 de abril, dentro de los Encuentros de Amigos del Teatro Guimerá, se llevó una charla con la actriz Silvia Marsó, la cual presentó la obra de teatro "24 horas en la vida de una mujer" de Stefan Zweig, cuyas funciones tuvieron lugar los días 6 y 7 de abril. 

Esta adaptación en formato de teatro musical de Christine Khandjiany Stéphane  Ly-Coug, y con dirección de Ignacio García, apuesta por el género apoyándose en el trabajo de actores sobre el texto de Zweig. Por otro lado, la música original de Sergei Drezniny, el planteamiento visual de Arturo Martín Burgos en la escenografía, Juanjo Llorens en la iluminación y Ana Garayen en el vestuario, también forman una parte fundamental para narrar la historia. 

El argumento parte de los recuerdos solapados de la protagonista cuando ella es una anciana y se encuentra en un palacio decadente, de modo que se va cambiando de decorados sólo con el juego de luces, que provoca que cada escena se represente como un cuadro. 

En la charla, Silvia Marsó habló sobre diversos aspectos de este singular proyecto producido por ella misma, y también hubo tiempo para que comentase distintas anécdotas sobre sus inicios artísticos y su trayectoria. 


¿Qué podemos encontrar en la obra "24 horas en la vida de una mujer"?:

Yo era muy seguidora de su autor, Stefan Zweig, cuyos trabajos están aún muy vivos y por eso decidí comprar los derechos de su adaptación. Este año se cumplen 75 años de su muerte, ya que se suicidó junto a su mujer en Brasil, huyendo de la invasión Nazi al ser judío y al no soportar que su querida Europa se estuviese desintegrando de una manera tan brutal. Una lástima, porque si hubiera esperado unos tres meses más, no se habría suicidado. 

Precisamente, en la obra está el reflejo de esa Europa, es un compendio de nuestra cultura. La música la ha compuesto el músico ruso Sergei Dreznin, que es una eminencia y ha pasado mucho tiempo en Alemania. Ha hecho un trabajo que tiene mucho de la música del siglo XIX y de principios del XX, desde valses vieneses, pasando por música de Rusia, Francia o Italia. 

Es una obra que transita por todos esos mundos de la vieja Europa. Al mismo tiempo, fusiona la música y la danza (cantamos mucho, pero los temas está sujetando las emociones de los personajes), la interpretación, la literatura y hasta la pintura, porque la escenografía la ha hecho el pintor Arturo Martín Burgos. Ver todas esas artes unidas que van fluyendo de manera armoniosa, es todo un lujo para mi como intérprete, y es una suerte tener como director a Ignacio García. 


¿Cómo es la experiencia de ejercer como productora teatral?:

Es un poco agotadora, y precisamente no es lo que más me gusta, y más en estos tiempos en los que es tan difícil para sacar un proyecto adelante. Pasas muchos nervios y todo depende de ti, y estás con el alma en vilo, por si se produce algún fallo técnico. Sin embargo, a veces no te queda otra, y me vi en la necesidad de producir el espectáculo, porque aunque todos los productores me decía que era una maravilla, no le veían la rentabilidad. Pero claro, yo no busco la rentabilidad, sino hacer arte que me aporte, y al mismo tiempo, no perder la camisa.

¿Cómo fueron tus inicios como actriz?:

Cuando era niña, siempre estuve interesada en las artes, pero no sabía si quería ser actriz, cantante, o pintora. Sacaba sobresaliente en todas las asignaturas que tuvieran que ver con el arte. Lo curioso, es que en mi familia, no había nadie que se dedicase a eso. Cuando realmente me di cuenta que quería ser actriz fue cuando vi en el cine "El espíritu de la colmena" (1973) de Víctor Erice, y aunque cuando la vi, no me enteré de lo que pasaba, porque en esa historia todo pasa por debajo, quedé fascinada con el personaje de Ana (Ana Torrent), ya que la película estaba contada a través de su mirada. Realmente no sabía muy bien por qué, pero desde ese momento yo ya tenía claro lo que quería ser. Y ahora de mayor, he tenido la oportunidad de decirle eso a la propia Ana Torrent, la cual se alegró muchísimo al saberlo. 

Otro aspecto que me marcó en mi infancia, fue una profesora de lengua que tuve cuando tenía 10 años, es la única profesora de la que recordaba su nombre y apellidos, y luego la pude localizar a través de facebook. Sus enseñanzas fueron muy importantes para mi, ya que me enseño que debajo de las letras, se escondía el mensaje, y encima lo planteaba todo como si fuera un juego. 

¿Cómo fue tu paso por el programa "Un, dos,tres" y qué ventajas e inconvenientes encontraste en esta experiencia?:

El destino quiso que yo entrara en el "Un, dos, tres". Yo no tenía ninguna intención de entrar, porque vivía en Barcelona y el programa se grababa en Madrid. Yo en aquel momento tenía 17 años y estaba haciendo una obra de teatro en El Paralelo de Barcelona, y al mismo tiempo estaba haciendo un programa en la televisión catalana, antes de que existiera TV3. En este espacio había una orquesta con la que yo cantaba. También había actuaciones de Sergio Dalma (cuando aún no usaba ese nombre artístico), Mary Santpere o Charly Rivel, y yo luego los entrevistaba. 

Fue por esta época cuando me sugirieron que me presentara al casting de "Un, dos, tres". Recuerdo que se organizó el primer casting multitudinario por toda España, Chicho Ibáñez Serrador  quería encontrar chicas que supieran actuar, cantar y bailar, y aunque no las buscaba guapas, si necesitaba encontrar a algunas que tuvieran una personalidad cercana y diferente entre unas y otras. Recuerdo que allí conocí a Chicho, que había oído hablar de mi y me ofreció participar en el programa. Todo se empezó a preparar en el mes de mayo de 1983. Aunque ya me habían elegido junto al resto de las secretarias del programa, se grabó un falso casting a modo de documental. Lo primero que hice en el programa fue el número de "A Chorus Line", que era un espectáculo de Broadway que nunca se había visto en España. Aquel primer programa de la temporada lo vieron 20 millones de personas, muy diferente a las audiencias de hoy en día, donde todo está muy repartido y un gran pico de audiencia está en 6 millones de espectadores. Estuve en dos etapas, primero entre 1983 y 1984, y luego volví en 1987. El programa me cambió la vida, y me hizo muy popular, y aunque hizo que me conociera toda España, también provocó que se me cerraran algunas puertas, en especial en las del teatro más serio y comprometido, ya que yo quería trabajar con Marsillach o con Narros, pero no me solían coger, porque yo era muy popular. Así que aunque luego también presenté programas como "Los Sabios" (1984-85) en TVE o "Telecupón" en los inicios de Tele 5 (1990-91), tuve que romper con eso, y aunque me ofrecieron mucho dinero para ejercer como presentadora de otros concursos, la decisión de rechazarlos que no me costó nada tomarla, porque quería renunciar a lo fácil para poder hacer una carrera como actriz, pero empezando por abajo.   

¿Cómo te sentiste al ser dirigida por Juanma Bajo Ulloa en "La madre muerta" (1993) y cuáles han sido las razones por las que un director tan personal haya tenido una carrera tan intermitente?:

Fue una gran suerte trabajar con él. En estos años he visto a Juanma en varias ocasiones, y él ha estado centrado en la publicidad. Es un genio infravalorado y desaprovechado por el cine español, no se si por su carácter de enfant terrible o porque no pertenecía a ningún grupo de directores.  



  

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