miércoles, 8 de agosto de 2012

RECUERDOS DE ORO: POR RAÚL MEDINA

Nuestro tercer autor invitado es nuestro lector y amigo Raúl Medina.
RECUERDOS DE ORO: POR RAÚL MEDINA:
Los recuerdos de una infancia se cosen mejor con el hilo conductor de la ficción encerrada en cuatro tercios. Los olores y los sabores nos evocan tiempos pasados, que carecen de lógica sin la conjunción de palabras recurrentes pronunciadas por según qué personajes que se adueñaron de nuestro vocabulario habitual, y sin las tonalidades de las voces de doblaje, que aún hoy nos hacen rememorar cualquier tiempo pasado como el mejor. Dicen los personajes del gran Allen que los nostálgicos se aferran al pretérito perfecto porque temen a su presente. Personajes que comprenderían ese fin si conociesen el presente que el pasado nos tenía reservado.
Nací en los 80 y me crié en los 90. Haber vivido estas dos décadas de principio a fin me confieren- o al menos eso creo- la licencia para juzgar una infancia cultural plenamente televisiva y cinéfila. Mi generación no puede imaginar un mundo sin la caja de 625 líneas de luz y en color, pero sí vivimos la adopción del mando a distancia como la revolución tecnológica que realmente era. Hasta comienzos de la década de los 90 no conocimos la pluralidad multicanal, por lo que lo emitido en las dos cadenas públicas, era lo servido, lo consumido y lo digerido con el mayor de los agradecimientos. La llegada de las televisiones privadas y más adelante, de la televisión por cable, nos ha vuelto más exigentes, pero también nos ha conferido cierto criterio, lo cual nunca está de más.
 

Recuerdo como si fuera mañana las últimas horas de la tarde en el colegio, la impaciencia ante los leves movimientos de un reloj que no terminaba de marcar las cinco, y la sensación de clímax cuando ese pequeño aparato nos hacía libres. Libres no para vivir sino para ver. Es en ese momento cuando los sentidos convergen y nos regalan sensaciones plenas, cuando los sabores del Colacao se mezclan con las imágenes de "Campeones", de "La Patrulla X", de "Sailor Moon", de "Batman" y de "El Coche Fantástico", y nos transportan, y nos conmueven, y nos hacen sonreír. Sí, éramos felices.
Éramos felices, jugando un partido en un campo interminable, golpeando mil veces un mismo balón que se deformaba hasta lo indecible antes de llegar a la portería. Éramos felices surcando el espacio en un barco del futuro, viviendo aventuras y conduciendo un coche que a todos nos parecía algo más que fantástico. Y nos reíamos con "Los Autos Locos", y con "Los Picapiedra", y con El Coyote y El Correcaminos. Y no reparábamos en un doblaje que hoy nos horrorizaría, y adoptábamos expresiones como “That´s All Folks” como si fueran nuestras. Y… y todo eso… y más…, daba forma a una infancia enmarcada en una  ficción recurrente, diaria.

Poco a poco, y casi sin darnos cuenta, sufríamos la transición de las dos a las tres dimensiones, y descubríamos nuevas series. Las “sitcom” llegaban a nosotros, con las desventuras del vecino torpe de una familia numerosa, con la sátira del chico de barrio en el “barrio” de Bel Air, con los socorristas metidos a detectives a tiempo parcial en las interminables playas de Santa Mónica, con los seis amigos a los que salvaba la campana a diario (con el paso del tiempo sólo ha salvado a uno de ellos), con los problemas que no paraban de crecer en una familia bien y, finalmente, con un trío de amigos convertidos en padres “a la fuerza”.


Mención aparte merece el cine. Maravilla de entre las maravillas que nos ha regalado títulos (y cito sin más por la falta de espacio y tiempo) como “Los Goonies” (1985), “Aventuras en  la gran ciudad” (1987), “Howard, un nuevo héroe” (1986), “Cortocircuito” (1986), “Gremlins” (1984) (y también “Critters” (1986)), “E.T.” (1982) (y también “Mi amigo Mac” (1988)), cualquiera del Hanks pre "Philadelphia" (1993), “Superdetective en Hollywood” (1984), “Alien” (1979), “Robocop” (1987) (…) tantos títulos que citar, algunos me matarían si no mencionase “Star Wars”.

Los recuerdos de una vida, de una infancia, esos que se cosen mejor con el hilo de conductor de la ficción. Esos que no se olvidan aunque digan los anti nostálgicos que cualquier tiempo pasado… ya pasó.
Raúl Medina.

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