lunes, 17 de agosto de 2015

RECUERDOS DE ORO: POR MIGUEL ÁNGEL FUERTES


Nuestro cuarto autor invitado es Miguel Ángel Fuertes (Madrid, 1957), animador que ha trabajado en las series "Los Picapiedra", "Lucky Luke", "Los trotamúsicos" o "El Conde Duckula". En la gran pantalla ha colaborado en películas como "La fuga de los Dalton" (1983), "Katy, la oruga" (1984), "Peraustrínia 2004" (1990), "Fievel va al oeste" (1991), "Rex, un dinosaurio en Nueva York" (1993), "Casper" (1995), "Balto, la leyenda del perro esquimal" (1995), "Dragonheart" (1996) de Rob Cohen, "El mundo perdido" (1997), "Star Wars. Episodio 1: La amenaza fantasma" (1999), "El regreso de la momia" (2001), "Hombres de negro 2" (2002), "Hulk" (2003), "Van Helsing" (2004), "Happy Feet" (2006), "La saga Crepúsculo: Luna nueva" (2009), "Avatar" (2009), "La saga Crepúsculo: Eclipse" (2010), "Futbolín" (2013) o "Iron Man 3" (2013).

RECUERDOS DE ORO: POR MIGUEL ÁNGEL FUERTES: 



 Mi primer encuentro con el cine fue a través de la televisión, que era la única pantalla de cine en casa que se podían permitir algunos de nuestros padres. Los aparatos eran en blanco y negro, pero a nosotros no nos importaba, porque creo que vivimos un tiempo en el que se hacían las mejores series, exceptuando el actual. Prueba de ello es que: “El Prisionero”, “Perdidos en el Espacio”, “Jim West”, “Los Vengadores”, o “Misión Imposible”, han vuelto a ver la luz  con mayor o menor éxito, pero intentando recuperar esa época doradaDespués salieron las pantallas de plástico de tres colores que se acoplaban a la pantalla para tener la sensación de estar viendo la programación en color. Azul para el cielo, color carne en la banda media y creo que verde o marrón en la inferior. 




 Lo primero que recuerdo haber visto en mi vida, fue el segmento de “El aprendiz de brujo” de “Fantasía” (1940). Después, episodios de “Bonanza”, “El Hombre del Rifle” y “Jim West” donde un malvado creaba una poción que, al tomársela, aceleraba el tiempo, y el resto del mundo se congelaba, mientras él cometía fechorías. O el episodio del terremoto de San Francisco, provocado por un diapasón gigante. O aquél otro – en el que un jovencísimo Robert Culp tenía una mano con dedos de cristal, episodio 37 de “Rumbo a lo Desconocido”, que unos alienígenas intentaban robarle por contener valiosa información, ya que él era un robot que estaba a cargo de preservar la humanidad de ser destruida, y la única mujer superviviente del planeta de la que se enamora, la deja horrorizada al descubrir que él era una máquina. Eran series audaces, en las que todo era posible. La imaginación era tremenda, y la ciencia-ficción de la mejor – a pesar de la falta de medios



 La primera película que creo recordar haber visto en el cine con mis padres fue: “Aunque la Hormona se vista de Seda...” (1971), de Manuel Summers, que aunque no de ciencia-ficción, era de lo más ciencia-ficción que se podía hacer en España en aquél momento… pero espera… había otra película que me viene a la memoria del robot de las galletas Cuétara. No sé qué era… quizá un anuncio de una hora y media, pero aún veo al robot en la sala del cine repartiendo galletas a los niños, – y me refiero a las de comer. Esa fue una de las muchas veces en que la realidad mordió con las mandíbulas de la decepción a mi fantasía, cuando vi entre las ranuras del traje de hojalata, la mancha de sudor de las axilas en la camisa que llevaba el pobre hombre que estaba dentro del traje robótico. 


 Luego llegó el CINERAMA. La técnica de cine más espectacular que he visto en mi vida. El IMAX es un substituto, pero a no ser que pongan otras dos pantallas a cada lado de la que ya hay, no van a conseguir sorprenderme como lo consiguió CINERAMA. Tres pantallas, señores, tres… tres películas de 35 mm cada una proyectadas una al lado de la otra. Es-pec-ta-cu-lar. Ví muchas películas así, y me imaginé cómo sería el cine del futuro, si ya en aquella época hasta se estrenaban películas experimentales con olores.
Os imagináis "2001" en Super Panavision 70 en CINERAMA?... no, no creo que podáis. Pero era una técnica cara, ya que requería rodar con tres cámaras sincronizadas, en las que la película podía romperse en una de ellas, y pronto desapareció o fue sustituida por lentes anamórficas que hacían las veces. El cine que hay en
Madrid que proyectaba en ese formato sigue cerrado desde entonces, como si fuera el cadáver de un inmenso dragón al que la gente ha olvidado y sólo unos pocos vimos volar. Ahora es parte de los edificios que forman la decoración de Madrid. Un monolito silencioso a la muerte de la espectacularidad y la imaginación. 



 Pero no está todo perdido, estamos en otra época dorada que será recordada por muchos, ya que las nuevas tecnologías, las grandes pantallas – y televisión – , el 3D y los magníficos guiones – me refiero a los televisivos –, están haciéndome volver a aquella época de antes que me mordiera la cruel realidad del robot de las galletas Cuétara. 

© Miguel A. Fuertes. 

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