La historia de la unión del fútbol tinerfeño con el F.C. Barcelona
consta de menos de una decena de jugadores cuyos episodios más
reseñables quizá sean el primero y el último.
Ángel Arocha, aquel delantero nacido en Chimiche que ganó la primera edición de la Liga en 1929 con los blaugranas, dejando una media de goles que superaba el gol por partido y fallecido en 1938 en combate durante la Guerra Civil; y Pedro “Pedrito” Rodríguez, el futbolista más laureado de la historia del fútbol canario y actual jugador del Barça y de la Selección.
Entre los capítulos intermedios de esa historia el más brillante es el de Juanito “El vieja”. Nacido en Santa Cruz de Tenerife el 6 de octubre en 1948, Juanito debutó en el primer equipo del C.D. Tenerife con 19 años. Era una época en la que el Tete deambulaba entre la 2ª y la 3ª división (no existía la 2ªB).
En la temporada 1971-72, “El vieja” iba dando exhibición tras exhibición por los campos de Segunda cuando, a finales de enero de 1972, el gran Héctor Núñez, técnico uruguayo del Tenerife se le acercó y le preguntó: “¿Cuándo fiches por un club grande, me seguirás saludando igual?”. Juanito respondió con un contundente: “Por supuesto”. Entonces Núñez soltó la bomba: “El Barça ha venido a ficharte”.
El 1 de febrero se efectuó el traspaso pero su debut no sería hasta el 19 de marzo. Se produjo en San Mamés contra el Athletic Club porque Rinus Michels pensó que Juanito era ideal para suplir la baja de Charly Rexach en “La catedral” y durante un tiempo le quitó el puesto en el once titular a esta leyenda del barcelonismo. En el verano de 1972 llegó al Barça vía Granada otro ilustre delantero tinerfeño, José Antonio “El tigre” Barrios. Fue el mejor momento de ambos en el club catalán ya que para la temporada siguiente llegó a Barcelona Johan Cruyff. La presencia de Cruyff, más el fichaje de el peruano Hugo Sotil y el renacer de Rexach fueron claves para que el Barça ganara la Liga 1973-74 tras 14 años de sequía.
Fue la temporada del 0-5 en el Bernabeu, partido que quedó como la mayor gesta del Barça en la casa del máximo rival hasta los sonoros triunfos de los últimos años. Fue una temporada agridulce porque los dos tinerfeños fueron campeones de Liga pero su participación (especialmente la de Barrios) fue escasa. La temporada dejó una venganza del Real Madrid en la final de Copa en forma de 4-0, ese partido si lo jugó Juanito de titular y siempre lo recordó como el momento más triste de su carrera.
Barrios marchó al Hércules a final de temporada y Juanito siguió sus pasos al verano siguiente. En Alicante la situación dio la vuelta, Barrios sí encontró hueco en el once pero Juanito chocó frontalmente con Arsenio Iglesias. A “O bruxo de Arteixo” no le gustaba el carácter díscolo de “El vieja” ni sus hábitos fuera de la cancha. La situación se tornó en trágica cuando falleció su hijo con 15 años, el momento más triste de su vida.
Es curioso como el destino hace que un tinerfeño viviera su época dorada, y su renacer vital en una ciudad tan fría como Salamanca. En la ciudad universitaria coincidió el mejor Juanito “El vieja” con la mejor U.D. Salamanca de la historia.
Juanito era un tipo alegre, en el buen sentido y también en el mal sentido. Animaba al vestuario con sus bromas y mostraba un compañerismo intachable pero también era muy amigo del tabaco y del alcohol. Esa alegría poliédrica la trasladaba al césped en su forma de jugar: ratonil, imprevisible, con ese “ahora arranco, ahora paro” tan garrinchesco que hacía que los defensas oyeran crujir sus cinturas, cuando no los mandaba directamente a por el pan.
Todo eso fue lo que disfrutaron en “El Helmántico” durante un lustro.
D’Alessandro en la portería, el también argentino Rezza en la zaga junto con Tomé (que también jugó en el Barça campeón del 74), el portugués Joao Alves en la media y Juanito (más adelante se les unió Carlos “Lobo” Diarte) fueron los buques insignia del cuadro charro en esa época, dirigidos por García Traid y Felipe Mesones. Un equipo que todavía es recordado con cariño y nostalgia por los viejos aficionados salmantinos.
Sus compañeros de aquella época le recordaban como el tipo más jocoso del vestuario, alguien a quien protegían del entrenador (en Salamanca le apodaban “El ginebra” por su afición al Gin Tonic) como si de un niño mimado se tratase. Lo hacían porque ellos eran los primeros que tenían la certeza de que “El vieja” les iba a responder en el campo, donde importa.
Su periplo charro acabó con la tristeza del descenso a Segunda en 1981 y “El vieja” decidió volver a casa para jugar el último año de su carrera. El Tete estaba en el pozo de la 2ªB, la historia es siempre tan cíclica, pero fue un regreso breve. Otra vez volvió a chocar con el entrenador y decidió jugar en el Mensajero. En La Palma vivió su última alegría profesional (ascenso de categoría) y él correspondió a los aficionados del “Silvestre Carrillo” entregándole sus últimos destellos.
Los destellos de una estrella que quizá pudo brillar más fuerte si hubiese llevado una vida más ordenada, tal vez la camiseta del Barça le pesó demasiado. Eso no es ningún pecado, le ha pesado hasta a campeones del mundo (pregúntenle a Emmanuel Petit).
Juanito “El vieja” prefirió ser siempre tal y como era. Alegre, compañero, bromista, divertido y fiel a sus pequeños vicios. Contagiaba de alegría a su gente y a los aficionados. Eso es lo que hacen las buenas personas y los buenos futbolistas, por eso le querían en Salamanca y en su isla. Y por eso, desde ayer, también se le echa de menos.
Descanse en paz.
Juanito portando una foto de "Pedrito" Rodríguez, su sucesor.
Rayco.
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