lunes, 13 de agosto de 2007

RECUERDOS DE ORO: POR LOMBARD

Para este cuarto artículo hemos tenido como autor invitado a Lombard, cinéfilo, nostálgico y lector habitual del blog desde hace varios meses.

RECUERDOS DE ORO: POR LOMBARD

Saludos a todos los lectores de estas páginas que disfrutan recordando personajes del pasado. Los responsables de Que fue de me han ofrecido participar en la celebración, cosa que considero un honor. Descubrí casualmente este foro hace menos de un año y no tardó ni centésimas de segundo en atraparme. Yo andaba buscando información sobre Tanya Roberts y la encontré junto a docenas de otros individuos que ya no estaban de actualidad. Las fichas presentaban siempre una esmerada labor de investigación y mucho buen gusto a la hora de seleccionar a los homenajeados, invariablemente tratados con cariño y respeto. Y naturalmente la posibilidad de participar, con lo que cuando entras cada vez, no te sientes aquí un extraño. Me enorgullece que incluso he podido añadir información alguna vez.

Nunca he ocultado que soy un nostálgico de cuidado. Me encanta reencontrarme con las cosas que me alegraron en el pasado. Naturalmente siempre hay unos recuerdos que brillan por encima de otros, los que llamamos recuerdos de oro. Voy a centrarme en los de la infancia. Nací en 1975 y eso supone que haya conocido los televisores en blanco y negro, con solo dos canales, el descubrimiento del vídeo (cuando había tres sistemas), los discos de vinilo, los cines de barrio. ¿Se imagina un niño de ahora lo que representaba que toda la pandilla se reuniera en casa del único que tenía vídeo a ver alguna cinta, hoy inencontrable?. Sintiendo en el alma dejarme muchas cosas que quisiera recordar:

1_ Documentales de animales. Mi preferido siempre será "El Hombre y la Tierra". Me enorgullezco de recordar la emisión de algún episodio aún en vida de Félix Rodríguez de la Fuente. De niño devoraba cuanto de animales caía en mis manos y El amigo Félix tenía una capacidad de comunicación que nadie ha sido capaz de igualar. Aún recuerdo aquella mañana de marzo de 1980 cuando en compañía de mi abuelo y mi hermana fuimos a una papelería y en un periódico se anunciaba su fallecimiento.

2_ Cantantes infantiles. 



Temo que más de uno de aquellos artistas se habrá dejado la infancia en ello. Pero yo aún me estoy viendo ante la tele, entonces poco menos que un ente mágico, y salir en ella, para qué hablar. Un escenario y sobre él un grupo de niños (normalmente eran mayores que yo, lo que hacía que me parecieran aún más especiales), sonaba la música y comenzaban a moverse al son de canciones que trataban temas perfectamente comprensibles, como cosas del colegio, de los amigos o de un nuevo baile. Sencillamente no creía estar viendo a gente normal y corriente, eran seres superiores. Los mejores, como no, Parchís, hasta ejercieron de presentadores en "La Cometa Blanca". Enrique y Ana, dúo irrepetible donde los haya, Regaliz, menudo cuarteto, Nins, tan elegantes de uniforme escolar y tantos otros.

Y lo que ya fue demasiado fueron sus películas. Yo no puedo sino homenajearlas y reivindicarlas, no por una escasa calidad cinematográfica (de la que también carecen otros títulos más respetados) sino por la felicidad que proporcionó a nuestra generación. Por el impacto que me supuso cada una que descubrí de muy niño, en un cine de verano ya inexistente y acompañado por mi abuela, ya fallecida. 

La pantalla grande realmente tiene magia. Te sentabas, salían las letras y… ¡si, eran ellos! "La Guerra de los Niños", pero si además de cantar unas letras emotivas, fueron capaces de birlar la grúa municipal y la anaconda del zoo, secuestrar al malo de la película. Y el mayor (¿quién no veía a Tino como un ídolo?) tenía trece años. A punto estuve de llorar cuando casi muere Don Mati, o tal vez lo hice. Y para qué hablar de El Flaco, zampándose una pastelería entera. Y con las secuelas igual, fueron a Disneylandia, en aquella época como si hubieran ido a la Luna, volaron en globo. El perro Supermán conducía un autobús.


3_ Programas infantiles. Aquello era un lujo. A la hora del bocadillo podía plantarme ante la pantalla y en un solo espacio encontraba reportajes didácticos, concursos, actuaciones de cantantes de mi edad, o entrevistas a ídolos del momento. Ya el título te permitía jugar al trabalenguas, "Sabadabadá", "Dabadabadá". ¿Recuerda alguien la Agencia de detectives Sabueso en "3, 2, 1, Contacto"? (" El caso del fantasma que cacarea").

Aprendías canciones con Espinete y juegos con Don Pim Pon. Tuve ídolos amables como Los Payasos y Torrebruno, José Ramón Sánchez enseñaba a dibujar, aprendí con El juego de "Los Sabios" y mis primeros amores platónicos tuvieron el bello rostro de María Luisa Seco, Sonia Martínez (ay, la vida qué cruel llega a ser) y Verónica Mengod.

4_ Los tebeos de Bruguera. 

He conservado todos los que he podido y busco en ferias de antiguo los que perdí. Qué generación de dibujantes, Ibáñez, Escobar, Vázquez, Rovira, Fresnos, Raf, Goset. En aquellas sencillas revistas, con una grapa, había historietas infantiles, otras más serias de detectives y no pocas secciones con información valiosa. Como me reí con aquellos personajes, de nombre asociado a su trabajo como el Señor Ricáchez o el Tío Lentejo. Cinco Amiguetes eran los compañeros ideales y ¿quién era James Bond si tenía a Anacleto?.


5_ La literatura juvenil. 


Tras superar los cuentos (que no olvidarlos, aún conservo troquelados, aquellos compuestos de unas mínimas páginas con grandes dibujos, pocas líneas de texto y que tenían la forma del personaje) fui progresivamente añadiendo grosor a mis lecturas y pasé a las novelas. Aunque pronto descubrí a Agatha Christie o Julio Verne, hay otros autores como Enid Blyton a los que no puedo dejar de homenajear. Cómo olvidar cuando llegabas a la sección de librería de Pryca, Galerías Preciados o El Corte Inglés y encontrabas estanterías atestadas con los títulos de "Los Cinco", "Los Tres Investigadores", "Resuelve el Misterio" o "La Máquina del Tiempo", entre otros.

La literatura de aventuras siempre te hace soñar, pero si está protagonizada por adolescentes entonces el efecto es mágico. A poco que dejaras volar la imaginación ya estabas arrastrándote por un pasadizo secreto, corriendo para huir de unos malvados, dejando una marca de tiza para que alguien pueda rescatarte o adivinando qué sucede en un castillo misterioso donde aparecen fantasmas.
En fin, ya toca despedirme y sólo me ha cabido una mínima parte de mis recuerdos de oro, ni siquiera he citado los dibujos animados. Un abrazo a todos y que este foro continúe creciendo.

LOMBARD

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