El 7 de mayo tuvo lugar la última jornada del Foro Enciende La Tierra en el Espacio Cultural CajaCanarias de Santa Cruz de Tenerife, que contó con la participación de los cineastas Jose Luis Guerín y Víctor Erice (a izquierda y derecha de la primera foto). Esta charla vino precedida por la proyección de "Vidrios partidos", un segmento rodado por este último para la película colectiva "Centro histórico" (2012).
Erice, realizador de obras capitales del cine español como "El espíritu de la colmena" (1973), "El sur" (1983) o el documental "El sol del membrillo" (1992), comentó su experiencia en "Vidrios partidos" explicando diversos aspectos de la misma: "El film es un proyecto convocado por la Fundación Ciudad de Guimarães (elegida como Capital Europea de la Cultura), en el que también colaboraron otros como los portugueses Pedro Costa y el recientemente fallecido Manoel De Oliveira o el finlandés Aki Kaurismäki. En un principio iba a haber un quinto episodio dirigido por Jean-Luc Godard, pero como su fragmento fue rodado en 3D, al final formó parte de otro proyecto paralelo a éste. Los directores implicados tuvimos libertad para hacer la película, sólo estábamos supeditados por el tiempo y por el tema, que tenía que ser el de la memoria. A pesar de que me dieron la posibilidad de rodar el episodio en España, aproveché la oportunidad extraordinaria de trabajar en un país tan cercano al nuestro como es Portugal, y del que siempre me había sentido atraído por su cinematografía. Allí visité una fábrica textil abandonada donde me llamó la atención una fotografía de sus trabajadores, y fue así como surgió la idea de centrar mi fragmento en entrevistar a los supervivientes y escribir sus textos a partir de lo que ellos mismos me contaron, al tiempo que le di cierto carácter cinematográfico cambiando algunos nombres y situaciones que no siempre se acercaban a sus propias realidades".
De manera previa a este evento, Jose Luis Guerín, realizador con experiencia en el cine de ficción y documental, y ganador del Goya en este último campo por "En construcción" (2001), ofreció una rueda de prensa donde hizo una retrospectiva de distintos aspectos de su carrera, y dejó claro sus intereses artísticos y como espectador.
¿Qué es el cine para Jose Luis Guerín?:
Es una actitud, el sentimiento y la convicción de que se está escribiendo con imágenes. También es la experiencia y la esencia que vertebra mi vida.
¿Hacia qué público va dirigido su cine?:
Hacia el espectador curioso, la curiosidad es lo único que reclamo, las cuestiones culturales o las vivencias no son importantes. Hay espectadores que tienen una predisposición de curiosidad para descubrir cosas nuevas, y otros que no, que están encerrados en esquemas y quieren ver siempre las misma película contada con una serie de variantes. El espectador que deseamos encontrar es aquel con una predisposición por recibir.
Yo a la vez me veo a mi mismo como espectador, he hecho algunas películas con largos intervalos de tiempo, y en cambio, la experiencia que no he abandonado nunca es la de ver películas. Cuando pienso en el espectador, me imagino a mi mismo, y en como me gustaría ser tratado. Recuerdo que un directivo de televisión de los que compran películas, me dijo una vez: "A mi me gusta el mismo cine que a ti, pero es que el público a veces es idiota y eso no lo aprecia". Por eso me gusta partir con la idea de que el espectador, como mínimo, es igual de inteligente que uno mismo. Me gusta dirigirme al espectador como un igual, y mirarlo de arriba a abajo y cara a cara, todo ello desde mi experiencia como espectador, porque yo nunca fui a la escuela de cine, y mi único aprendizaje se gestó a la hora de ver películas.
¿Es muy difícil ese cara a cara con el espectador español y por eso muchos de sus trabajos llegan a los museos antes que a las salas, y hasta se ha visto obligado a trabajar bajo la producción de Corea del Sur o Francia?:
La realidad de la exhibición y distribución cinematográfica ha ido cambiando. Está controlada por menos manos y es un fenómeno de la economía en general. Desde el punto de vista de mi infancia, el cine ya era algo muy injusto y de gran metrópolis, por ejemplo, sobre los cineastas de Nouvelle Vague, muy pocos de ellos nacieron en París, pero tuvieron que ir a esta ciudad porque allí estaba la Cinemateca Francesa y podían ver las películas, y si se hubieran quedado en sus lugares de origen, las películas de las que ellos se hubieran nutrido no habrían llegado salvo en Cine Clubs. Yo siempre me he sentido en deuda con los Cine Clubs.
En lo referente a trabajar fuera de España, no hay nada que me molesta más que ser un cineasta llorón, y por eso acepto las propuestas que me llegan. En mi caso, como yo había rodado "Innisfree" (1990) en Irlanda o "Tren de sombras" (1997) en Normandía, y debido al carácter minoritario de mis películas, siempre he pensado que la coproducción es necesaria, y si juntas las minorías de distintos países, se puede construir algo más sólido. Por eso acepto las propuestas que me vengan de fuera.
¿Hasta qué punto le marcó la película "El hombre tranquilo" (1952) de John Ford para desarrollar el documental "Innisfree" (1990), sobre el pueblo donde se rodó este film?:
Esa película surge de un encuentro con un grupo de personas que vivían en un pueblo colgado de Irlanda, y que me sedujo en sí mismo. Me interesó cómo esa gente que vivía en una sociedad rural tan perdida, conservaba de manera tan viva un imaginario colonizado por los sueños del cine americano. O sea, que más que el recuerdo cinéfilo de "El hombre tranquilo", que me gustó muchísimo, lo que me interesaba era contar como una comunidad había asumido el rodaje del film como una cultura propia, y el cine como un legado vivo.
¿Se ha planteado en rodar una prolongación de ésta o regresar a la historia del edificio del bario del El Raval, donde transcurría su documental "En construcción" (2001)?:
Nunca volvería a hacer una película que ya he hecho. Lo que si es verdad, que con el paso del tiempo, un largometraje acaba convirtiéndose en un material de archivo. Y uno se puede preguntar sobre qué ha pasado en este lugar 20 o 30 años después. Pensando en "Innisfree", cuando hayan pasado 38 años, como los que transcurrieron entre la película de John Ford y mi documental, quizá sí regrese para rendir cuentas otra vez. Y así sería como un ciclo temporal donde se vería como el paso del tiempo va transformando las cosas o a uno mismo.
Respecto a "En construcción", me pasaría lo mismo. El edificio donde la rodé está cerca de la Cinemateca de Barcelona, y siempre que paso por delante me pregunto ¿Quién vivirá ahí ahora?
¿Qué diferencias encuentra entre sus películas de ficción como "Los motivos de Berta" (1983) o "En la ciudad de Sylvia" (2007), y sus trabajos en el cine documental?:
Cuando hice mi primera película, que fue "Los motivos de Berta", sentí algo de agotamiento con la ficción, debido al juego de los actores o por la serie de esquemas dramáticos que se repiten.
El documental supuso una forma de abrir las ventanas y pactar con lo azaroso, con la vida sin tanta filtración, y además me abrió la perspectiva de contar historias de otra manera, y que a la vez esas cosas que cuentas puedan ser muy personales e íntimas.
El tema de narrativa y construcción del personaje de las películas de ficción, lo introduzco luego en los documentales. Y al mismo tiempo, me gusta aplicar técnicas del documental a la ficción, es como un enriquecimiento mutuo.
¿Cree que la realidad convulsa actual puede afectar a su visión como director?:
Para mi el cine está vinculado al deseo, y eso atiende a sus propios mecanismos sin que se busque lo más necesario. El cine carece inmediatez de la televisión, el reportaje, la radio o los medios de internet. Con los medios de comunicación que hay hoy, se puede grabar una denuncia con un móvil y automáticamente colgarla en youtube. Sin embargo, el cine pasa por una mirada más meditada, aunque no es necesario que se de la espalda a la realidad.
¿Cree que la muerte de cineastas como Theo Angelopoulos o Manoel de Oliveira marca el final de un tipo de cine?:
Se puede decir que es el fin de su manera de hacer cine, y eso no depende tanto de la muerte de un cineasta en particular. Lo que ha desaparecido de estos dos grandes cineastas es el mundo que permitía su cine. Y eso nos obliga a repensar nuestra escritura en base a nuestro presente. Vivimos en esa tensión entre el imaginario de un cine con el que nos sentimos en deuda, y un presente que requiere de la reformulación de las ideas. Siempre queremos pensar que el legado de estos directores permanece eterno.
¿Cómo ve el estado actual del cine español?
El cine español de manera global no me interesa. Para mi el cine español lo representan directores como Luis Buñuel, Luis García Berlanga o Víctor Erice, junto a muchos otros. El cine español me remite a estos grandes creadores con los que estoy en deuda, de la misma manera que tengo otros referentes en Francia o Italia.
A mi me irrita mucho cuando me invitan a alguna muestra en cualquier país sobre cine español o cine catalán, porque en mi opinión, mi cine no representa a España o a Cataluña, porque aunque suena arrogante decirlo, solo me representa a mi mismo. Y se podría decir algo así sobre los cineastas que aprecio, y que son los que mantienen viva la llama del cine.
Hasta los años 60 tenía sentido hablar de nacionalidades, los cineastas se comunicaban y sacaban manifiestos como el de Oberhausen en Alemania, también estaba el Nuevo Cinema Brasileiro, el Nuevo Cine Checo, la Nouvelle Vague, el underground estadounidense o el Free Cinema británico. Ese sentimiento de comunidad hoy no existe, y solo se da en cinematografías periféricas como la iraní o el actual cine filipino, muy emergente desde hace pocos años. En general creo que los cineastas de ahora somos más solitarios e individuales, y sentimos afinidades que no son las territoriales. De hecho uno puede sentir conexión con un cineasta francés o italiano.
Michael Moore no me gusta nada. Creo que cuando hayamos olvidado a George Bush, ya nadie se acordará de este director. En cambio, una buena película política, sea documental o de ficción, conserva su fuerza a pesar de que haya transcurrido el paso del tiempo. Hace poco programé una película que se llama "Lejos de Vietnam" (1967) a unos alumnos para que vieran como se filmaba una manifestación, y esas imágenes tenían una fuerza, a pesar de lo lejos que ya queda la Guerra de Vietnam.
Sobre documentales recientes destacaría el estadounidense "Citizenfour" (2014) de Laura Potras, que trata sobre los programas de vigilancia ilegales dirigidos por la NSA, y también es muy interesante desde el punto de vista formal. También sigo a directores concretos como Raymond Depardon o Alain Cavalier. Para mi lo más novedoso se ha gestado en el cine documental y en sus fronteras.
¿Cuál es su opinión sobre la nueva vía que representan youtube o las redes sociales para la difusión del trabajo de futuros cineastas?:
Me parece maravilloso, pero no para mi. Cada cineasta establece sus propias reglas del juego y sabe cual es el lugar que te estimula, y para mi es el espacio de proyección cinematográfica. Por otra parte, me parece bien que una película no muy difunda se pueda ver en televisiones o a través de la pantalla de un ordenador. Quizá es porque yo no he disfrutado de la experiencia de ser espectador en el ordenador, que para mi es una herramienta de trabajo, sería incapaz de sentir terror, angustia o grandes revelaciones frente a él. Aquello que recibes frente a una pantalla de cine, te genera un sentimiento de gratitud. Por otra parte, tampoco conozco bien como es el feedback con este tipo de espectadores. Creo que a un cineasta le va a estimular más que se proyecte su película en un pequeño festival o Cine Club respecto a tener esa mirada anónima de youtube, donde ni siquiera sabes si tu obra la han visto entera. Por otro lado, tampoco conozco la experiencia de cineastas que se sientan satisfechos con trabajos mostrados en internet. Creo que el cine sigue estando muy ligado a la experiencia comunitaria de ver la película con espectadores en una sala oscura.
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